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Por encima de las anécdotas, algunas ingeniosas y otras innecesariamente ofensivas, sobre su evidente nerviosismo, la nueva auditora General del Estado (ASE), Amanda Gómez Nava, es una profesional probada en su área, con experiencia y que demostró eficiencia como titular de la Secretaría de la Función Pública (SFP) estatal. Sólo los miopes pueden pretender calificar décadas de trayectoria, con base en cinco muy malos minutos, por inquietud.
Es además una funcionaria que, sin reparar en su género, ha demostrado que es confiable como servidora pública, una cualidad tan difícil de hallar.
Causó mucho ruido en redes y medios su (verdaderamente) pésima comparecencia, en la etapa de selección.
Con genuina crítica lo asumieron y se expresaron algunos.
Otros, abusaron y fueron ofensivos.
De cualquier modo es una anécdota apenas.
Este jueves, sin un solo voto en contra, aunque hubo siete abstenciones, el pleno del Congreso del Estado de Puebla aprobó su nombramiento como nueva titular de la ASE.
Los votos a favor fueron 34.
Tampoco fue necesario el debate parlamentario en este tema.
La mayoría calificada se consiguió sin sobresaltos.
Sergio Salomón Céspedes Peregrina cumplió pese a todos los pronósticos.
Amanda Gómez Nava estará al frente de la ASE hasta mayo de 2029.
Tendrá su propio periodo y no cubriría el que dejó inconcluso su antecesor.
Bajo esas observaciones, se puede decir que fue un asunto que navegó sobre acuerdos.
Que fue operado sin sobresaltos, desde la presidencia del Congreso.
Entre los grupos legislativos.
Gómez Nava entra al relevo para el cargo que dejó vacante Francisco N., quien está preso por varios señalamientos sobre presuntos delitos.
Entre ellos, operaciones con recursos de procedencia ilícita, por cierto, imputación que se desprende de una investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF).
Una en estos días muy conocida y conversada.
Otro tema que debe apuntarse es que el nombramiento cumplió el proceso legislativo.
Ella y el Congreso fueron puntuales en atención a la ley.
Siempre habrá otras visiones, pero lo cierto es que este caso no se podrá judicializar.
La contadora pública, egresada de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), ha sido titular de Administración Desconcentrada de Auditoría Fiscal del Servicio de Administración Tributaria, con sedes en Nayarit, Puebla y el Estado de México.
También supervisora de Auditoría Fiscal, en el Estado de México, en donde también fue subdirectora de Programación de Auditorías y jefa del Departamento de Programación de Auditoría Fiscal.
Asimismo, coordinadora y docente de materias de derecho fiscal, auditoría fiscal y gubernamental y de seminarios de costos y de finanzas.
Precisamente por esas credenciales y esa trayectoria que la avala debe esperarse de ella un impecable desempeño técnico.
No menos.
Por sus referencias pasadas pulcras, también un desarrollo muy ético del cargo.
Sin regateos en la entrega y honestidad personales.
Y, si nos ponemos estrictos, tiene además un enorme reto.
Que por primera vez la ASE, ahora a su cargo, sepa separar lo administrativo y técnico, de lo político.
Que por fin las revisiones de las cuentas públicas no se negocien.
Que no sean mercancías.
Que se acabe el oscuro “garrote político”.
¿Será?
