Moda no, ni improvisación, porque se consume desde que las comunidades prehispánicas aprovechaban todo el agave del suelo semiárido en lo que hoy es Puebla.
Unas variedades dan la materia prima para el pulque y otras para el mezcal, pero el nombre científico de todas es agave.
Y, en suelo poblano, la cultura del consumo es tan ancestral como la vida humana misma.
De ella se ocupan en sus investigaciones 12 académicos coordinados por Ana Isabel Moreno Calles, a quienes se les conoce como el grupo UNAM-Morelia, que desde el año 2000 comenzó a analizar el fenómeno mezcalero en el valle semiárido de Tehuacán-Cuicatlán.
En la zona, a la que estos expertos en agrosilvicultura llaman VTC, opera una agrupación concentrada en la producción de las variedades de mezcal, la Sauane Katchu (Sembradores de maguey).
Con los 124 productores asociados en este grupo se han integrado los académicos para comprender la cultura, las técnicas y los recursos empleados en el cultivo de agave en ocho comunidades de los municipios de Tehuacán Zapotitlán de las Salinas y Caltepec.
Mujeres y hombres mayores de 30 años han explicado la herencia centenaria de sus cultivos y la producción de pulque pero, sobre todo, mezcal.
En esta zona hay tres especies nativas de agave: papalometl pitzometl y maguey pulquero, indica el más reciente reporte de los investigadores universitarios.
El objetivo de la alianza entre la agrupación de agaveros y los académicos consiste en producir mezcal sin destruir la diversidad biológica de la zona, generar ingresos sin desperdicio de agua y leña y la colecta y propagación de los magueyes nativos.
Ello, porque en las más recientes dos décadas se han introducido en la región otras variedades, la mayoría procedentes de Jalisco, que alteran el ecosistema y diseminan plagas.
Fotos: Agencia Enfoque