Como nunca antes, la guerra está declarada.
Por años impunes e incluso coludidos con el poder político, los grandes capos del crimen organizado en Puebla por fin empiezan a sentir la fuerza del Estado.
Es una guerra compuesta de múltiples batallas y en la que, hasta el momento, la mafia –esa cabeza de mil hidras, y no al revés– va perdiendo.
Y es que, poco a poco, se acumulan los detenidos y van rodando las cabezas de los principales operadores de delitos de alto impacto, como homicidio, secuestro, violaciones, robo de combustible y narcomenudeo.
Es la faceta más oscura de un estado hasta hace poco completamente dominado por el mundo criminal.
La orden del gobernador Miguel Barbosa a las fuerzas del orden ha sido una: “hasta donde tope, sin contemplaciones”.
Entre el 1 de marzo y el 31 de mayo, la Policía Estatal ha debilitado la estructura de 54 bandas criminales que operaban en distintas regiones de la entidad, con lo que sus actividades se han visto menguadas.
En total, se ha detenido a 351 integrantes de bandas dedicadas a cometer esos ilícitos, lo que ha impactado principalmente a las organizaciones criminales, como la fundada por José Cristian N., alias “El Grillo”, quien actualmente se encuentra recluido en un penal alta seguridad en Mihuatlán, Oaxaca; ante su ausencia, su grupo está actualmente liderado por su pareja sentimental, Carolina N., a quien apodan “La Patrona”, pero el grupo ya no tiene la capacidad operación del pasado y sus integrantes se encuentran prácticamente acorralados.
Los principales distribuidores de droga de este grupo que se asentó en los mercados La Acocota y Morelos han sido capturados por la Secretaría de Seguridad Pública, al mando de Raciel López Salazar, pero también quienes fueron sus principales sicarios identificados como “El Masha”, y “El Chuky”, este último líder del grupo de gatilleros asociados con la violencia que se vivió en la jornada electoral del 2018.
La región que mayor cantidad de bandas criminales concentra en la entidad es la capital poblana y su zona metropolitana, por lo que el trabajo de la Policía Estatal se ha enfocado en esta zona.
Ello ha permitido la captura de los líderes de mafias como “Los Sinaloas”, una célula criminal vinculada, como lo grita el mote, al Cártel de Sinaloa.
Esta banda se dedica principalmente a la distribución de cocaína en la zona de mayor plusvalía de Puebla y San Andrés Cholula.
También se desarticuló a la banda de “Los Pelones”, asociada a diversos actos delictivos, y la distribución de droga en la zona norponiente de la ciudad de Puebla.
El gobernador ha dicho públicamente que la mayoría de las bandas criminales operaban impunemente gracias a la protección de las autoridades pasadas e incluso de jefes que actualmente siguen en la Policía Municipal del gobierno de Claudia Rivera.
Solo así se explica que durante más de una década operara, sin ningún problema, una banda en pleno Centro Histórico de Puebla dedicada al robo mediante la trampa del juego de “la bolita”; a la fecha, todos los integrantes e esta banda ya fueron detenidos.
EXPANSIÓN REGIONAL
Pero no sólo han sido capturado capos –chicos, medianos y grandes– en la capital poblana y la zona conurbada. Otra zona que ha visto una baja sensible en las operaciones criminales es Tehuacán, la segunda región con mayor actividad económica.
Ahí, se ha detenido a líderes de varias peligrosas bandas como “El Big Show”, dedicado principalmente a la distribución de droga”, y la denominada “Las Bigotonas”, integrada por delincuentes concentrados en el robo a transporte de carga y venta de droga, lo mismo que la banda de “Los Ardillos”, con las mismas actividades criminales que han nutrido el hartazgo de empresarios transportistas.
También ha sido especialmente golpeada la banda dedicada a la venta de droga y préstamos ilegales conocidos como “gota a gota” que operan personas de origen colombiano que se asentaron hace unos años en esta región de la entidad.
Otra banda debilitada gracias a la detención de algunos de sus principales integrantes es la liderada por “El Loco Téllez”, que opera en la región de San Martín Texmelucan y Chignahuapan, la cual diversifica sus actividades criminales entre la venta de droga, el robo de gas y el robo a transporte de carga.
Se ha capturado, también, a los principales generadores de violencia en la Sierra Norte, donde hasta hace pocos meses se registraban cruentos homicidios por disputas de dos bandas criminales dedicadas al huachicol y el narcomenudeo: las de “El Masero” y “El Tortillero”.
Todos ellos, finísimas personas que engalanan las páginas de un documento hasta hace poco inexistente en el estado: el Atlas Criminal de Puebla, un diagnóstico en el que aparecen los objetivos prioritarios del gobierno barbosista y detalles de dónde y de qué forma opera el crimen organizado.
Gracias a esa brújula basada en trabajo de inteligencia, a finales de abril cayó, por ejemplo, un sujeto apodado “El Niño”, peligroso multihomicida, traficante de drogas y huachicolero de sólo 22 años de edad.
Según la SSP, en esta guerra inacabable –faltan muchos capos por detener, especialmente el citado “El Loco Téllez” y “El Bukanas”, dos de los principales líderes huachicoleros de la región– se han asegurado en el periodo señalado casi 6 mil 700 dosis de cocaína, cristal, heroína, LSD, y marihuana, y se han asegurado poco más de 140 armas y 484 vehículos, así como 5.1 millones de pesos producto de actividades ilícitas.
El gobernador Miguel Barbosa ha advertido que los criminales han querido aprovechar los momentos de tensión social que se viven a causa de la crisis de salud por el coronavirus, pero que eso se ha impedido.
También ha asegurado que las detenciones importantes de capos continuarán en los próximos días, semanas y meses, “sin simulaciones”.
La guerra, pues, está declarada, y nada la parará. La delincuencia no duerme, no descansa ni está en cuarentena; el gobierno tampoco.