¿De quién fue la mano que filtró la resolución de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que exige una serie de actos de desagravio en favor de Jorge Aguilar Chedraui?
Se sabe que el ex diputado panista no tenía contemplado hacer pública dicha resolución ni mucho menos.
Por eso es que llama la atención el origen del filtrador.
El origen, sí, y las intenciones.
Y es que inevitablemente iba a meter un ruido público.
Faltaba menos.
El medio que el filtrador eligió es el mensaje: Rodolfo Ruiz.
La semana pasada, mientras preparaba la publicación de un desplegado en el que se puso como víctima, el director de e-consulta recibió un WhatsApp interesante:
“Tengo algo para ti, hermano”.
El remitente no era cualquiera.
Venía de haber manejado un área clave en el minigobierno de José Antonio Gali Fayad.
De ahí que el periodista interrumpiera la manufactura última del desplegado para escuchar al enviado.
Filtrador y enviado, sí.
Las dos cosas en un mismo envase.
“Tu amigo te manda esto”, le dijo al tiempo de entregarle una copia de la resolución.
“Va a ser un golpe buenísimo contra el góber. Aguilar Chedraui no quiere hacer pública la recomendación pese a que le beneficia”, agregó.
Ruiz sabía que tenía oro molido en las manos en la coyuntura de su desplegado.
Creía que con eso golpearía dos veces.
(Ya se vio que no fue así. Su desplegado fue olvidado a los quince minutos de ser publicado).
Las dudas matan:
¿El filtrador movió por sí sólo el documento de la CNDH o recibió órdenes expresas de su jefe?
¿Cómo llegó la recomendación a manos de éste?
¿A través de que vía?
Los únicos que conocían la recomendación eran Jorge Aguilar Chedraui, su abogado y Rosario Piedra, mediocre e interesada titular del órgano.
De entrada, descartemos al primero.
Luego, a la tercera.
Sólo nos queda el nombre del enigmático abogado.
Hay un dato único sobre él: es poblano.
Si respondemos las dudas que matan sabremos que el abogado le entregó el multicitado documento al ex gobernador, animándolo a hacer lo mismo ante la CNDH.
Luego, éste, buscó a su operador para que sirviera como correo con el periodista.
Lo demás ya lo sabemos.
¿Qué parte no entiende el ex gobernador?
Antes de esto, andaba en el sigilo absoluto:
Con bajo perfil y debajo de la cama.
Hoy, sin embargo, le ganaron las ganas de salir.
Las dudas matan:
¿Por qué está en la cárcel Emilio Lozoya Austin tras una temporada en libertad?
Por las ganas de salir.
(En este caso al restaurante Hunan, de Las Lomas).
¿Por qué varios de los que habitan cárceles en algún lugar del mundo están como están?
Por las ganas inauditas de salir.
¿Tiene caso salir nomás porque sí?
Ya se ve que no.
Algo también es cierto:
Con la filtración buscó hacer dos cosas: pegarles al gobierno del estado y al propio Aguilar Chedraui, con quien tuvo siempre diversos enfrentamientos.
(A él culpó de la derrota en 2015 de su protegido Xavier Albizuri, hoy en el exilio).
De hecho, el propio Aguilar Chedraui escribió en un tuit: “Yo no he promovido publicaciones al respecto”.
Dice un dicho muy clásico:
Dile a tu mano izquierda lo que piensa la mano derecha.
Cuando eso no ocurre, vienen las lamentaciones.
Y ya sabemos cómo son éstas.