Los tres agentes investigadores de la Fiscalía General del Estado perseguían a un automóvil rojo cuando fueron interceptados y perseguidos por los policías municipales de Tecamachalco a unos metros de la calle 31 sur, en la colonia La Villita.
Ante esto, los agentes aceleraron y tomaron varias calles en aras de escapar de los uniformados: bulevar Cuauhtémoc, calles Juárez e Hidalgo, hasta desembocar en la 2 sur —entre Hidalgo y la 3 oriente, frente a la Parroquia de la Señora de la Asunción.
Al decir del diario Reforma, rodearon “entre balazos tres veces el palacio municipal”.
La persecución —encabezada por el propio Alejandro Santizo, secretario de Seguridad Pública— se prolongó durante tres kilómetros.
Al decir de fuentes ligadas a la investigación, Santizo disparó en contra de los ministeriales.
En su columna del periódico Cambio —del que es socio el diputado Ignacio Mier, padre del alcalde de Tecamachalco—, Arturo Rueda escribió:
“Santizo tiró a matar con la precisión de un campeón de tiro.
“Entre él y su ayudante se llevaron a tres ministeriales, y dejaron herido a otro. Los tiradores no se llevaron ni un rasguño.
“(…) Queda claro que Santizo y su escolta tiraron a matar, no a contener”.
Óscar Uscanga, reportero de Reforma, le dio voz a un poblador de Tecamachalco:
“Los emboscaron frente a la Iglesia, dan como tres vueltas alrededor de la cabecera municipal, pero ahí los mataron; los niños, locatarios y adultos se tiraron al suelo, los ministeriales ni dispararon, no hubo piedad. (…) Ya tenía tiempo trabajando aquí (el grupo de ministeriales), sus vehículos estaban identificados”.
El propio Uscanga escribió que fuentes gubernamentales relataron a Reforma “que los ministeriales muertos y su camioneta ya estaban plenamente identificados por autoridades de la zona, por lo cual es inverosímil el argumento de una confusión”.
El primero que habló de “confusión” fue el alcalde Ignacio Mier Bañuelos.
Es claro que no hubo confusión alguna.
La desafortunada expresión terminará por perseguirlo.
La duda mata:
¿Quiénes iban en el automóvil rojo que perseguían los agentes de la FGE?
Éste es un elemento clave en la carpeta de investigación.
Desde hace varias semanas, los ministeriales estaban asentados en Tecamachalco investigando hechos relacionados con Daniela Nelly Cadena —diputada suplente de Morena, ligada a la familia Mier—, a quien le fueron encontradas armas y granadas de uso exclusivo del ejército.
Tras haber sido detenida, los Mier se deslindaron de ella, pese a que durante la campaña municipal se desempeñó como promotora “en calle y en redes” de Mier Bañuelos.
Otra duda que mata:
¿Qué tan grande era el compromiso de Santizo que prefirió cambiar su libertad —su tranquilidad, su carrera— en aras de que los tripulantes del automóvil rojo no fueran detenidos por los agentes?
En tiempos de Marín, Alfredo Beltrán Leyva, “El Barbas”, estuvo a punto de ser detenido a la altura del restaurante Juquilita —en la avenida Fundadores de Puebla—, pero gracias a la intervención de personajes ligados a la policía estatal la operación se frustró.
¿Resultado? El hoy difunto narcotraficante pudo escapar tranquilamente.
Algo parecido ocurrió la noche del viernes en Tecamachalco.
El automóvil rojo es un misterio que tarde o temprano terminará develándose.
Lo único claro, además de las ejecuciones, es que Ignacio Mier hijo le manchó brutalmente el traje a Ignacio Mier padre.
Y no sólo el traje: la camisa, la corbata, los calcetines, los zapatos, el rostro…
Ufff.
Y de qué manera.