Los organismos de derechos humanos en el mundo viven una auténtica crisis debido a las manipulaciones en las que incurren.
Ejemplos recientes: la Comisión Nacional de Derechos Humanos, presidida por Rosario Ibarra —hermanada con Pedro Páramo por aquello del “rencor vivo”— y Human Rights Watch para América Latina, encabezada por José Miguel Vivanco.
La primera se ha metido en una abierta guerra en contra del gobernador Miguel Barbosa Huerta a propósito de todo.
Una y otra vez le manda recomendaciones sobre temas que es incapaz de hacerle al presidente López Obrador.
Esto último la deja mal parada, una vez que suena interesada.
El segundo ejemplo es igualmente patético:
Vivanco urgió hace unos días al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a «no ignorar la catástrofe de derechos humanos en curso en México».
A través de Tyler Mattiace, investigador de Human Rights Watch que publicó un artículo en el diario Los Angeles Times, Vivanco asegura que López Obrador “ha atacado la democracia en el país y no ha reducido las cifras de violencia”.
Y dice más:
«López Obrador no solo ha fracasado en mejorar el desastroso historial de derechos humanos del País, sino que también ha trabajado para deshacer muchos de los logros en transparencia y el estado de derecho que los grupos de derechos humanos y activistas han logrado desde el fin del régimen de partido único en México en 2000”.
Entre otros puntos, critican “su política energética, su eliminación de fondos para proteger a periodistas, la persecución de miembros del sistema judicial y el proyecto de blindar sus obras de infraestructura al declararlas de seguridad nacional”.
Qué interesados y reiterativos se ven ambos organismos.
¡Y qué evidentes, señores!
¡Qué evidentes!
Un Muerto que Sí Hace Ruido. La más reciente encuesta de Reforma sobre los presidenciables hacia 2024 es francamente ridícula.
De la noche a la mañana —sin que apareciera de manera destacada en las anteriores—, el diario del regiomontano Alejandro Junco de la Vega se saca de la manga a Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey e hijo Luis Donaldo Colosio, candidato priísta a la presidencia en 1994, año en que fue asesinado por Mario Aburto en Lomas Taurinas.
En la encuesta publicada el jueves pasado, Reforma pone en un triple empate técnico a Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y ¡Colosio Riojas!
Al primero le da 31 puntos.
A la segunda, verdadera puntera en la contienda, 30.
Y al alcalde de Monterrey, 27.
Lo único creíble es la caída de Ricardo Anaya, con 16 puntos.
Cosa curiosa: Samuel García, gobernador neolonés, aparece con 10 puntos.
Qué flaca es la memoria.
Antes de la contienda regiomontana, Colosio Riojas era prácticamente el candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura, en tanto que Samuel García pintaba para ir a la alcaldía.
Las encuestas —incluida la de Reforma— mostraron la realidad:
García estaba muy por arriba de Colosio.
Eso obligó —faltaba más— a cambiar las posiciones:
García subió a la candidatura a la gubernatura, mientras Colosio bajó a la de la alcaldía.
Hoy, sin nada relevante que haya hecho este personaje y sin que apareciera en las anteriores encuestas de los presidenciables, Reforma lo pone como puntero junto a Sheinbaum y Ebrard.
¿Cómo llegó a sus hechizos 27 puntos?
Gracias a una estrategia política —todo parece indicarlo— de Junco de la Vega.
¿Qué pretende con eso?
Inflar a un mediocre alcalde bajo el argumento falaz de que lleva el nombre de su padre masacrado.
En otras palabras:
Que es el finado Luis Donaldo Colosio el más reciente fenómeno electoral.
Veintisiete años después de haber sido asesinado, Colosio ha regresado para llevar a su hijo a la antesala de la presidencia de México en 2024.
Como propaganda política no está mal, aunque es risible.
Como encuesta de Reforma, suena a una mentira vil.
Esta vez sí coincido en las descalificaciones que hace el presidente López Obrador del diario de Junco de la Vega:
“Hay intereses inconfesables en ese grupo”.