La imagen satelital de la NASA ayuda a comprender de dónde sale el tormentón que cada día llega con diferentes vientos y pasa por Puebla haciendo bufar los ventanales.
Y el resto de las escenas retratan el problema de la Angelópolis: cuando hay mucha agua, la basura tapa las bocas de tormenta y alcantarillas y entonces los charcos crecen a lagunas de una cuadra.
Añadido, claro, a que la zona gris y negra de pavimento, cemento y hormigón le gana a la verde natural, con tierra debajo, que en condiciones normales absorbe el exceso de agua.
Mejoraría la absorción si, además, hubiera árboles que purificaran el entorno como parte de su ciclo vital regular y regulador.
Pero parece demasiado pedir. Y la inundación empeora.