Guadalupe Juárez
Ella se llamaba Gisela, tenía 15 años; y él, Arturo, de 14.
Sus restos fueron encontrados desmembrados en Venustiano Carranza, un municipio de la Sierra Norte de Puebla en que operan bandas dedicadas al narcomenudeo y el robo de combustible.
La prensa regional aseguró que los dos menores se dedicaban al halconeo, una práctica común reconocida en 2017 por el entonces gobernador José Antonio Gali Fayad, quien reveló que se había detectado cómo el crimen organizado reclutaba a niños y adolescentes para vigilar las zonas que controlaba.
Ese mismo año, en junio, un adolescente de 15 años fue asesinado de un disparo en la cabeza por niños armados en Tepeaca, dedicados al halconeo en el municipio.
De acuerdo con las autoridades, las bandas ofrecían hasta 12 mil pesos al mes a niños y adolescentes, por lo que habían detectado que abandonaban la escuela al ganar más dinero que sus padres.
El de Gisela y Arturo, ocurrido el jueves de la semana pasada, no es el primer caso en que adolescentes asesinados son relacionados con ataques de bandas delictivas.
Le pasó a Fernando de 13 años en mayo de 2018, su cuerpo fue arrojado al fondo de una barranca en Tepeaca.
Fernando fue degollado y fue identificado como halcón de una de las bandas dedicadas al robo de hidrocarburo.
Marco Antonio, de 12 años, también fue asesinado al recibir cinco impactos de arma de fuego en mayo de 2018 y encontrado sobre el Periférico y la 14 Sur.
La prensa también lo involucró con una banda dedicada al narcomenudeo en la capital poblana, aunque la familia negó esos nexos.
Desde noviembre de 2015, el director del albergue de migrantes La Asunción –Gustavo Rodríguez Zárate, quien falleció el pasado 24 de junio– denunció que los jóvenes que no migraban a Estados Unidos se quedaban en sus comunidades porque eran contratados para halcones o cuidadores de casas de seguridad del crimen organizado.
En febrero de 2020, el coordinador de Secretaría de Seguridad Ciudadana, José Tlachi Meneses, también reconoció que en la capital poblana operaban organizaciones criminales con niños.
“Hemos encontrado hasta de 12 años participando en un grupo delicuencial, halconcitos echando aguas con estas organizaciones”.
Hay otros asesinatos de adolescentes y jóvenes registrados en contextos de pugnas entre bandas delictivas y disputa de territorios.
En octubre del año pasado, dos jóvenes de 16 y 17 años de edad fueron acribillados en el municipio de Tilapa.
En ese mismo mes, en Yehualtepec, una joven de 16 años y un hombre de 20 años fueron interceptados y asesinados afuera de una tienda de autoservicio.
PERFIL DE LOS NIÑOS HALCONES
Las autoridades estatales reconocieron en 2017 que la mayoría de los niños y adolescentes dedicados al robo de combustible estaban en condiciones de pobreza extrema y en hogares disfuncionales.
En la tesis para obtener la maestría en Ciencias Políticas de María del Rosario Carbajal, estudiante de la Benemérita Universidad Popular Autónoma de Puebla, se consignó que en las tareas de vigilancia de los halcones la labor consiste en estar en lugares concurridos o públicos para reportar cualquier perfil sospechoso.
También deben avisar cualquier anomalía que surja y que indique que buscan pelear la plaza o acciones de las autoridades para combatir delitos.
En el documento, Rosario Carbajal consigna que los halconcitos, cuyas edades rondan entre 12 y 20 años, cobraban una cuota de 2 mil pesos al mes como mínimo, la que subía de precio si había más operativos.
A pesar del contexto de violencia, la Comisión Nacional de Derechos Humanos en 2018 ubicó a Puebla en un riesgo bajo en el Índice estatal de Riesgo de violencia asociada con el crimen organizado con impacto en niñas, niños y adolescentes, con 0.390 puntos al medir desigualdad de ingresos, rezago social, población adolescente en el sistema de justicia penal y la percepción de seguridad en menores de edad.
Las entidades con máximo riesgo fueron Guerrero, Baja California, Guanajuato y Chihuahua con índices que superaban los 0.926 puntos.
En 2018, en Noticieros Televisa se difundió el testimonio de un sicario del Cártel de Los Rojos en Morelos, quien detalla cómo empezó como halcón hasta ser uno de los asesinos del grupo delictivo.
Por vigilar, les pagan en el centro del país en estados como Puebla o Ciudad de México hasta 8 mil pesos mensuales.
En 2019, la Red por los Derechos de la Infancia en México calculó que 30 mil menores de edad fueron reclutados por el crimen organizado en el país.
La organización reveló que los niños y adolescentes son utilizados como informantes, grupos armados, en prácticas paramilitares, procesamiento de sustancias prohibidas, homicidios, desapariciones y a la par son cometidos a abusos y explotación, lesiones y la muerte.