¿Qué hacemos para no contagiarnos con los utensilios para servir la comida? La pandemia de COVID-19 impone normas. Luis Alberto Cuevas, especialista en microbiología, urge a restauranteros y clientes, sobre todo de servicios de bufet, a cambiar la perspectiva de espacios y movimientos.
Staff de establecimientos: cubrebocas N95 y defensas para los ojos disminuyen 95% la posibilidad de contagio, asegura Cuevas. “Si no los usan, la posibilidad de contagio es de 70%”, así que son indispensables. ¿Cubiertos? Son medio de contagio si los toca un portador de COVID-19, así que no los puede manipular todo el mundo sin precauciones.
Esta temporada de chile en nogada la previsión obliga a comprar donde se conozca la higiene de los cocineros y pedir para llevar. “Hay que reducir las filas, las aglomeraciones, incluso para ir a recoger los alimentos”, subraya.
Y al llegar a casa, debe aplicarse sanitizante a los empaques. Porque en el recorrido, entre la gente, en la llegada, puede contaminarse el paquete y va directo a la mesa o a la barra de la cocina. Y, por más exagerado que parezca, el cubrebocas se usa siempre, en la fila, en la banqueta, a las puertas del restaurante.
Sólo se remueve para comer. Operaciones tan cotidianas como pagar, recibir cambio, tícket y tocar la cartera ensucia las manos y hay que lavarlas con agua y jabón o sanitizarlas. Y, aun cuando cambia el semáforo de alerta máxima a un grado menor, Cuevas recomienda no relajar la disciplina social armando banquetes.
“Recibir familiares y amigos implica un riesgo alto de contagio; hay que ir poco a poco, guardar sana distancia y no juntar más de 10 personas”.
No se puede bajar la guardia, asegura. Así que adiós a compartir cucharones de servicio: una sola persona sirve, perfectamente cubierta, para evitar contaminación del alimento y los cubiertos.
Por supuesto, los guantes son prioridad. Georgina Pérez, propietaria de TaConTodo, refuerza la precaución del cubrebocas en su personal y pide a los consumidores no descuidar esa prevención.