Diana López Silva
Diego Gutiérrez, de 31 años, chelista y compositor, tuvo que dejar la música para sobrevivir al comienzo de la pandemia; por dos meses, no tomó su instrumento.
Tocaba a cambio de propinas en la plaza de la Democracia, en una esquina del Edificio Carolino y en eventos privados.
Explicó que estaba muy enfocado en mejorar su técnica y conocimiento de la teoría musical, además de mejorar su sonido grabado, ya que se dedica a hacer ensambles orquestales con los distintos matices y técnicas.
Se dedicó a coser cubrebocas en el taller de su mamá.
“Psicológicamente, yo lo vi como una guerra, y en una guerra o te vuelves soldado o te vuelves obrero”, aseguró.
Retomó el instrumento desde noviembre de 2020 y hace unos meses comenzó a estudiar piezas musicales y técnicas nuevas.
Su nivel bajó; ya no podía tocar ocho horas continuas.
“Estaba muy cansado No sentía alegría, pero tampoco estaba triste; ni podía platicar con alguien”.
Ahora, con la reapertura económica, el chelista volvió a su lugar en el centro y fue incluido dentro de la ambientación musical de la terraza del hotel Colonial.
“Jorge Sax”, de 30 años, toca rock urbano en el centro de Puebla capital.
Debido a la pandemia y la necesidad, ha tenido que reparar celulares, hornear pan y serruchar madera. Y, ahora, el ingreso no le alcanza “ni para cigarros”. Si antes ganaba 100 pesos, hoy son sólo 40. Pero tiene esperanza en el futuro.