Guadalupe Juárez y Joaquín Sánchez
Los problemas de abuso de alcohol inician desde los ocho y nueve años de edad, de persistir al ser adultos una idea puede alojarse en su cabeza: quitarse la vida.
Pero hay cómo rescatarlos, entre más pequeños la terapia puede ayudarlos a controlar la enfermedad a diferencia de un adulto, explicó Concepción Aguayo Verdín, terapeuta de Alcohólicos Anónimos.
Entre más grandes, es más complicado que funcione el tratamiento por los efectos ocasionados por el consumo prolongado de alcohol.
Un niño toma para lidiar con sus problemas familiares –apunta–, pero un adulto se enfrenta a conflictos emocionales, que provocaron en un inicio su adicción, a la neurosis que se genera de seguir con ella y las ideas arraigadas al suicidio.
Una persona no toma porque le gusta el sabor del alcohol –agrega–, es porque significa una fuga a sus problemas, la búsqueda de la paz y relajación que aumenta hasta que ya no puede levantarse sin tomar una copa.
La especialista se ha encontrado con casos graves de dependencia al alcohol en niños y adolescentes, pero también de adultos que los lleva a estar en situación de calle.
Las mujeres –señala– son más propensas a esta combinación: alcoholismo y depresión.
José Antonio Vicuña García, director general de los Centros de Integración Juvenil señaló que el acercamiento de los menores con bebidas alcohólicas se da en la mayoría de los casos en la familia.
Ya sea por la disponibilidad y fácil acceso a las bebidas en la despensa o en eventos sociales como bautizos, bodas y funerales, donde normalizan el consumo para los niños.
También por la venta en tiendas de conveniencia de bebidas con alcohol desde los ocho pesos, un precio que pueden pagar desde pequeños.
Los estragos
El alcoholismo en casos graves provocan lagunas mentales, alucionaciones (delirios tremens) y neurosis.
La Organización Mundial de la Salud define la neurosis como una enfermedad funcional del sistema nervioso, provoca ansiedad, depresión, miedo, síntomas obsesivos compulsivos, hipersensibilidad, sentimientos de culpa, e incidentes que generan alteraciones emocionales e inclusive fobias.