Por: Germán Campos Ramos
Leucemia, parásitos que ingresan por la piel al torrente sanguíneo y migran a diversos órganos e intoxicaciones por arsénico y metales pesados son los peores padecimientos que generan las incesantes descargas industriales y negras al río Atoyac, consideran especialistas, quienes no reparan en darlo por muerto o ver como una misión imposible traerlo de nuevo a la vida.
El Atoyac y su afluente Hueyapan ocupan una franja de unos 200 kilómetros en los estados de Puebla y Tlaxcala, con una población estimada de 2 millones 300 mil personas en esa línea geográfica.
Las descargas al Atoyac provienen de las industrias, municipios y asentamientos humanos, aunque el principal enemigo es el lavado de mezclilla clandestino y otros procesos ilegales que cuando vierten al afluente causan daño permanente.
En la región hay unas 2 mil fábricas y manufactureras que se suman al trabajo petroquímico con descargas medidas y, en teoría, controladas; pero la contaminación ni se focaliza ni se frena por las descargas ocultas.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en 2017 emitió recomendación (10/2017) en que señala que las autoridades han sido “omisas y negligentes”, aunque se enfoca al problema ambiental, cuando fuera del río el daño se extendería a la población.
“Se tiene una enorme problemática por enfermedades como fiebre tifoidea, problemas gastrointestinales bastantes serios, hasta diría que es una cuestión de parásitos, esquistosomiasis –en agua contaminada con la orina o heces de animal o humano afectado y el parásito penetra por piel e ingresa a la sangre y órganos vitales–, además de psoriasis que se muestra con salpullido”, dijo a Crónica Puebla, Ernesto Mangas Ramírez, investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
“Intoxicaciones por metales pesados, sobre todo por plomo, intoxicación por arsénico que además es un cancerígeno muy fuerte; amebiasis –síntomas diarrea y calambres–, son algunas de las enfermedades relacionadas con el Atoyac”, puntualizó el especialista dedicado principalmente a la investigación del río.
Uno de los datos más reveladores es que, desde su nacimiento en el Iztaccíhuatl hasta Valsequillo, el Atoyac tiene una tasa superior en 9 por ciento al promedio nacional de leucemia, sostuvo el investigador, “los productos de la industria textil son altamente cancerígenos y volátiles, entonces el río genera un espray y en las zonas urbanas, pegadas (al afluente) se están respirando de manera constante y eso genera deterioro”, resaltó.
Así que miles respiran el Atoyac, sin conocer cómo afecta su salud posiblemente desde hace décadas, pues en diversos horarios el olor resulta insoportable y la coloración del agua, sorprendente por su gama.
METALES PESADOS
La contaminación en el río es un problema que afecta a familias enteras por varias condiciones, destaca la exposición de metales pesados, pues existen tres vías de exposición a los contaminantes: contacto directo, ingerir alimentos y aguas contaminadas, y respirar partículas volátiles toxicas.
El colectivo Dale la cara al Atoyac encontró concentraciones de metales superiores al máximo permisible, entre los que destacan algunos por lo cancerígeno que pueden ser y toxicidad en humanos o para el uso agrícola.
El plomo es el primero, tiene efectos sobre el sistema nervioso central (color y debilidad muscular) y sus síntomas son gastrointestinales, reducción de conciencia, crisis hemolítica, muerte neuronal, disfunción renal, retraso mental, convulsiones, anemia grave y esterilidad.
Otro de los metales encontraes el cadmio, que causa edema pulmonar, bronquitis crónica, pérdida de funcionalidad en los riñones, hipertensión y alteraciones óseas. Finalmente está el níquel, que causa dermatitis de contacto, irritación intestinal, convulsiones, asfixia pulmonar, asma, fibrosis y edema pulmonar.
Por su parte, la dirección de Salud Pública y Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud de Puebla, informó que no hay datos de enfermedades asociados con la contaminación del afluente. El Atoyac corresponde a la Jurisdicción Sanitaria número 5 y por el momento, no tiene reportes de brotes colectivos.
AFLUENTE ENFERMO
Las primeras en llegar al Atoyac fueron las industrias químicas en los años cuarenta, un par de décadas después se instaló la petroquímica y empresas del papel, lo que tuvo un efecto negativo, ya que en 1970 se registró la visible reducción de biodiversidad acuática, según documenta el colectivo Dale la cara al Atoyac.
Aun cuando el escenario era adverso, en la década de los ochenta se incurrió en un intensivo establecimiento de la industria textil y metalúrgica, tiempo después una planta de producción de acrilonitrilo –usado para fabricar otros químicos– con incinerador de catalizadores, que desprende gas de cloro y azufre.
Aunque el escenario estaba a la vista, fue hasta 2000 cuando la Comisión Nacional del Agua calificó al Atoyac como zona altamente contaminada, pero de poco sirvió, pues en 2011 la disminución de la flora y fauna de la cuenca era una realidad.
De 2014 a 2015 se aplicaron sanciones a industrias que vertían descargas tóxicas al río, pero en la realidad no se ejecutaron clausuras o consecuencias de fondo, apuntó Dale la Cara Al Atoyac.
Pero aún hay más, en el 2016 los corredores industriales del Complejo Petroquímico Independencia y 30 empresas de la industria de la mezclilla vertieron sus residuos en el río, y de 2017 a 2020 para las empresas que no cumplen con la declaratoria de descargas de aguas residuales directamente al afluente, no hay claridad sobre multas, sanciones o remediación del daño, estima el colectivo.
El estudio Fotointerpretación del Atoyac –difundido en 2018 –, explicaba ya que en 37 kilómetros del Atoyac en el área de Puebla se habían descubierto 217 descargas, y una veintena serían industriales, el punto más conflictivo, Barranca del Conde.
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PELIGRO EN EL AGUA
Es precisamente en Barranca del Conde, en que de acuerdo con un análisis de parámetros emitido recientemente por el laboratorio Icays, reconocido por la Entidad Mexicana de Acreditación, se obtuvieron resultados adversos a la salud humana.
En sólidos suspendidos totales, en que 48.9 es el valor permisible, se detectaron 668.5 miligramos por litro, provocando la formación de compuestos que pueden llegar a ser tóxicos para los seres vivos y medio ambiente.
Respecto a coliformes fecales, con valor permitido de mil, se detectó que la muestra supera 82 veces ese parámetro, pues están presentes en el agua residual y las personas que están expuestas pueden contraer enfermedades infectocontagiosas como fiebre, hepatitis, tifoidea, entre otros.
En la demanda química de oxígeno, el valor permisible es de 93.9, se detectó 993 miligramos por litro, que puede causar gastroenteritis, diarrea, fiebre tifoidea, cólera, salmonelosis, disentería bacilar, conjuntivitis, parálisis, meningitis y enfermedades respiratorias.
Están también el cadmio y el fierro, sus parámetros son rebasados ampliamente en ese punto del río y son causantes de neumonitis, edema pulmonar y enfermedades pulmonares obstructivas, además de la producción de insulina. Lo que sucede en Barranca del Conde se replica en la parte sur del Atoyac, según Icays, que ofrece datos casi idénticos. Ambos puntos están en zonas habitadas de la ciudad de Puebla.
MISIÓN TITÁNICA
Beatriz Manrique Guevara, secretaria del Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial, apuntó en entrevista para Crónica Puebla que el Atoyac es el segundo río más contaminado del país y que entre los problemas para rescatarlo sobresale la falta de coordinación o esfuerzos aislados que se han realizado en el pasado.
“Es un problema con muchos vértices, tiene la parte política, económica, y por eso creemos, lo hemos venido platicando con Semarnat, lo que se necesita para recuperar la cuenca es una estrategia multidimensional, que ponga en el centro la sobrevivencia del ecosistema completo con sus integrantes”, consideró.
Al respecto, el investigador de la BUAP coincidió en que todavía puede rescatar el afluente. “Ha faltado una visión integradora del problema que permita trabajar por un lado dentro del río y por otro mejorando las plantas de tratamiento y minimizar las descargas”, señaló.
Manrique Guevara explicó que es precisamente la federación y los 40 ayuntamientos por los que corre el río en Puebla y Tlaxcala, los que tienen mayores facultades, no obstante, la intención del gobierno del estado es coordinar esfuerzos entre los involucrados.