Mariana Flores
Tras ocho meses, ayer, antes de las 14:30 horas de nuevo se vieron en las filas de los cines a grupos de amigas elegir una película de la cartelera, a niños que pedían a sus padres palomitas y refrescos, a los empleados con uniforme limpiar cada espacio, mientras abrían las puertas de cada establecimiento,
“Escribamos juntos una nueva historia de película. Estamos de vuelta”, rezaban los anuncios de los cines al abrir, después de la autorización del gobierno estatal, que determinó que el nivel de contagio en estos espacios era bajo.
Aunque esta vez los empleados no sólo les daban la bienvenida a quienes llegaban, también gel antibacterial, les tomaban la temperatura y todos pasaron antes por un tapete sanitizante.
Otra cosa cambió: el cristal que separa al personal que les da los boletos a los que quieren ver una película y la entrega de boletos en la dulcería.
O las instrucciones repetidas una y otra vez por los empleados al terminar cada función.
Algunos cines optaron por quitar de su menú los nachos y los hotdogs.
Para Eduardo Hernández –uno de los primeros que fue al cine– las medidas sanitarias son suficientes y le dan confianza para ir y distraerse, después del confinamiento por la pandemia COVID-19.