Cuando el gobierno de Puebla y las fuerzas federales advirtieron que irían ahora sí tras los capos más peligrosos del estado, no fanfarroneaban.
Con la caída de “El Loco” Téllez, el domingo pasado, luego de una larga cacería de años, ha llegado el turno a otros sanguinarios capos.
Es el camino necesario para desmantelar un emporio criminal que creció y se dejó crecer en la entidad en la última década.
El cerco se ha cerrado ahora sobre los otros dos peligrosos cabecillas del crimen organizado en Puebla: Antonio Martínez Fuentes, alias “El Toñín”, y Roberto de los Santos de Jesús, “El Bukanas”.
Los dos, protagonistas y verdugos de historias de terror, que comenzaron con el robo a los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), el huachicoleo, y que luego se diversificaron al secuestro, extorsión, robo de trenes, de vehículos y un largo etcétera.
Jefes de sus propios grupos, con influencia regional en Puebla y Veracruz, los dos tienen en común que son despiadados delincuentes que, desde la profunda y resentida pobreza, han amasado fortunas manchadas de sangre y pavimentadas de cadáveres, de acuerdo con las versiones de muchas fuentes y referencias hemerográficas.
Los dos también, según informes de inteligencia de las fuerzas federales y estatales, han estado en la búsqueda de concretar alianzas con organizaciones criminales de alcance nacional.
Hay actualmente una operación intensa tras sus huellas, que en el pasado reciente, cuando estaban otras autoridades, bien pudo ser solamente una simulada intención de apresarlos.
La protección desde el poder, que se esfumó y permitió la aprehensión de “El Loco” Téllez, que operó a sus anchas en la zona de San Martín Texmelucan, ya tampoco ampara a estos otros dos capos.
En eso también se parecen sus historias.
“EL TOÑÍN”, DE PEÓN A CAPO
En menos de un lustro, Antonio Martínez Fuentes, “El Toñín”, pasó de ser un jornalero agrícola, que percibía un suelo apenas suficiente para sobrevivir, a convertirse en un temido jefe delincuencial en la región del Triángulo Rojo.
El humilde cortador de zanahoria en los campos hortícolas de Quecholac, municipio en el que comenzó su actividad y que fue su coto y refugio por mucho tiempo, hizo de los ductos de Pemex, que atraviesan los campos de cultivo, su personal mina de oro.
Su ascenso económico fue trepidante. También se procuró una base social, al repartir entre los poblados dinero y dádivas, principalmente en su pueblo natal Palmarito Tochapan.
Tres años le bastaron para convertirse en el señor del huachicol, poseer autos de lujo, armamento abundante y hasta carísimos caballos pura sangre, una de sus excentricidades.
Cuando la actividad criminal de “El Toñín” arrancó, por ahí del año 2000, en la región que comienza en el municipio de Tepeaca y se extiende hasta los límites con Veracruz, había apenas 15 tomas clandestinas descubiertas.
En el esplendor de su poderío de terror, en 2016, la cifra llegó a mil 533.
Su influencia pasó de Quecholac –en donde actualmente su hermano Alejandro es alcalde– a Huixcolotla, Tepeaca, Acatzingo, Acajete, Tecamachalco. Tuvo células en todos los municipios, desde los límites de Puebla con Veracruz hasta Amozoc.
Sus evidentes huellas lo han mantenido en los últimos cuatro años a salto de mata. Es escurridizo y ha tenido éxito en escapar de las fuerzas federales. Hasta ahora.
“EL BUKANAS”, SANGUINARIO EX POLICÍA
Las pistas para el arresto de Roberto de los Santos de Jesús han sido elocuentes en al menos cinco ocasiones desde 2017, pero “El Bukanas” ha conseguido escapar.
Desde 2017, hay una intensa búsqueda de él, quien es considerado el más sanguinario de los huachicoleros y ladrones de trenes en Puebla y Veracruz.
En una refriega en julio 24 de aquel año, la Marina abatió a cinco de sus sicarios, en un operativo para arrestarlo, del que salió airoso.
Años después, cinco de sus principales cómplices fueron arrestados en Tehuacán, en enero de 2019, pero él ha podido esconderse en algún lugar de las sierras de Puebla o Veracruz, en donde se ha convertido en un fantasma.
Sabe cómo piensan sus captores y tiene informantes, porque el veracruzano, originario del municipio de Acultzingo, fue ahí agente policial durante más de 10 años y luego fundó su propia organización criminal, conocida como “Sangre Nueva Z”.
Esta es la que más ha diversificados sus actividades, para trascender del hurto a los ductos de Pemex, al robo de trenes, de vehículos, extorsión, secuestro y despojo.
Su campo de acción, impune por muchos años, en Puebla ha comprendido los municipios de Esperanza, Atzitzintla, Cañada Morelos, Chalchicomula de Sesma, Palmar de Bravo, Acatzingo y Amozoc.
En su expediente está el asesinato de tres agentes ministeriales de la Fiscalía General del Estado, en marzo de 2017, además de que, en las refriegas para su aprehensión, también ha habido bajas de militares.
Una imagen, que en exclusiva llegó a este reportero a finales de enero de 2019, lo pinta de cuerpo entero: La mirada fría, retadora y fija, a la lente que lo toma; una escuadra semiautomática –tipo Beretta 9 mm– de apariencia casi nueva, sobre su pecho. Él, casi recostado en lo que aparenta ser una hamaca. Es la imagen brutalmente temeraria de uno de los criminales más crueles y más buscados del país.
Hoy, una vez más y posiblemente la definitiva, el cerco se ha cerrado tras sus huellas, como en los otros dos casos -”El Toñín”, aún prófugo, y el ya preso Loco Téllez-, los tres más grandes capos, posiblemente, de la historia de la entidad.
Túnel de 180 metros
Un túnel de 180 metros de longitud, a cuatro metros debajo del suelo, quedó expuesto ayer en una zona despoblada de San Martín Texmelucan.
La perforación, que para ser hecha y operada requirió maquinaria pesada de extracción de materiales y construcción de infraestructura, sirvió para extracción ilegal de gas LP por medio de cuatro tomas, informó el gobierno estatal.
El túnel tiene una entrada de entre 80 centímetros a 1 metro de alto y 60 a 80 centímetros de ancho y 180 metros por los que se extiende, explicó personal militar en la zona que fue resguardada por diversas corporaciones de seguridad y vigilancia.
La extracción fue calculada en “más de un millón de pesos diarios” y las corporaciones investigadoras averiguan durante cuánto tiempo operó.
Ayer por la mañana, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, adelantó en videoconferencia de prensa que el túnel se encontraba custodiado por personal de la Secretaría de la Defensa Nacional y que tanto su gobierno como las fuerzas federales actúan contra cualquier acto de ilegalidad en el estado, de la mano con otras autoridades.
El llamado Triángulo Rojo y San Martín Texmelucan concentran robo de gasolina y gas a los ductos de Pemex.
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