Había una vez un país que se comunicaba por cartas. Enviarlas o recibirlas era parte de un ritual que emocionaba.
¿Cuántas historias de amor (y desamor) no se escribieron por esa vía? ¿Cuántas lágrimas, de alegría o tristeza, marcaron tantas palabras?
Había un país que se comunicaba por cartas que hoy sólo remiten a nostalgia. Como muchas otras cosas, sucumbieron víctimas de la tecnología y hoy sólo huelen a reliquias.
Son rarezas en vía de extinción. Una lástima.