Así lucía el ingenio de Atencingo en 1910, en plena zafra –ahora mismo transcurre la de este año, que concluirá el 13 de mayo–, propiedad de los asturianos José y Ángel Díaz Rubín.
Cuatro años más tarde, los zapatistas tomarán la hacienda y la quemarán; empezará a ser reconstruida en 1920.
Un año después, será vendida a William Jenkins.