Carasapo, le decían algunos.
En la Academia de San Carlos, donde David Alfaro Siqueiros encabezó la protesta para cambiar los programas y la política educativa del arte en 1911.
Y de regreso de la estancia en Europa, como estudiante, con tablas y el cubismo bajo el brazo, armó la bisagra ganadora con José Vasconcelos en la cartera federal de Educación y colocó sus discursos en tres kilómetros cuadrados de murales, si se suman todos los que pintó. Cerró esos ojos gigantescos para siempre en el 57.
Fotografía: INAH