La revista Puebla ilustrada de 1912 incluía este anuncio sobre el más moderno tratamiento para las personas adictas.
La idea fue de Leslie Keeley, médico estadounidense, quien desarrolló una presunta cura: una solución de cloruro de oro y potasio.
Décadas después de su difusión, se detectó que los efectos secundarios eran nocivos y se descartó su uso con fines médicos.