Antonio Zamora / Oscar H. Sánchez / Javier Cordero / Karla Cejudo
Mary, Claudio y Hermenegilda, generosos, comparten que desde chicos sostuvieron familia porque no tuvieron alternativa. Emilio hasta lo hace con gusto. Ayer, en este espacio, expusimos que de 203 mil niños que trabajan en Puebla, 107 mil lo hacen en labores no permitidas, peligrosas, que les cierran el camino a futuros mejores
La mayor parte de su niñez, Mary se la pasó entre casa y casa acompañando a su mamá para ayudarla a hacer el aseo, algo que en ese momento ella lo veía como un juego sin darse cuenta que se convertiría en su forma de ganarse la vida y con la que en la actualidad mantiene a su hija y a sus padres.
“Desde chiquita comencé a trabajar con mi mamá, tenía como unos 5 o 6 años, como yo fui la única mujer y la más chica de los hermanos, mi mamá jalaba conmigo cuando se iba a trabajar.
Entonces la ayudaba primero en cosas chiquitas y lo veía como diversión, pero después ya limpiaba y barría.
Ahora mi mamá me cuida a mi hija y yo soy la que sale a trabajar limpiando casas”.
Ante la imposibilidad de asistir a una escuela por acompañar a su madre al trabajo, Mary escarmentó en carne propia las desventajas que enfrenta en la actualidad una persona sin preparación escolar, por lo que no quiso que su hija viva lo mismo y sus esfuerzos actuales son para que ella sí pueda ir a la escuela.
“Yo empecé a trabajar desde niñita, nunca supe lo que era una escuela, yo veía a niños con sus uniformes y mochilas y siempre quise estar igual, pero no pude. Ahora yo le busco, salgo a ganarme la vida con tal de que mi hija sí pueda estudiar porque una persona sin estudios no encuentra trabajo y no quiero que eso le pase a ella, que sufra como a veces yo sufro”.
Ayudarle a mamá y mejorar
“Sé que tengo que estudiar pero también debo ayudar en lo que se compra para comer. En la casa no alcanza lo que gana mi mamá, por eso he trabajado de cerillo”.
El testimonio de Emilio Martínez, con 13 años ,que hace unos meses al inicio de la pandemia dejó de ayudar en el centro comercial ante el COVID-19.
“Ni quieren que trabaje, pero yo quiero tener dinero. Voy a seguir trabajando hasta que esté grande y tenga una carrera. Quiero ser médico. Ahora con el coronavirus me doy cuenta que faltan muchos doctores”.
Niña cuidando a niños en la Ciudad de México
“A los 14 años comencé a trabajar en México cuidando una niña y un niño de 7 y 8 años, con ellos duré ocho años, después tuve a mis hijos y seguí trabajando pero en Toluca ayudando en casa”.
Tengo 42, y me llamo Hermenegilda Martínez González.
“Gracias a Dios, mis hijos ahora viven de diferente forma y yo sigo trabajando en diferentes casas donde me buscan, en los municipios cercanos a donde vivo, junto a Puebla”.
Entre oficio zapatero y el gabacho
Claudio Torres Cuautle tiene 60 años, sin embargo desde los 11 años aprendió el oficio de zapatero y desde esa edad se ha dedicado a remendar los zapatos de la gente en su propio negocio, lo cual no fue fácil con sólo la primaria terminada y un oficio que le heredó su padre.
Don Claudio, como le dicen los vecinos de su colonia, terminó la primaria y su padre le dijo que tenía que aprender el oficio, como él. Las posibilidades de continuar sus estudios eran pocas por lo que su papá prefirió darle un trabajo que le ayudara a subsistir.
“No teníamos los recursos para que siguiera en la escuela, mi papá me enseñó todo lo que sabía de zapatos y fui aprendiendo, no fue tan malo. Claro que me hubiera gustado seguir en la escuela pero así es la vida”, señaló.
Asegura que no siente que se perdiera de nada, que afortunadamente en el oficio que le inculcaron de joven encontró su vocación y es por eso que a pesar de otras posibilidades que se le presentaron, siguió con el negocio, el cual afirma es muy noble.
A los 16 años abrió un local, el cual logró mantener cuatro años, debido a que el sueño americano lo sedujo, por lo que se fue a California en donde consiguió documentos y empezó a trabajar en una maquiladora de Nike.
La planta en la que trabaja se mudó de estado, por lo que le dieron un mes de vacaciones, vino a México y decidió que era momento de regresar a Puebla y asentarse con su esposa y su primer hijo.
Al retornar a Puebla, volvió a poner su local de reparación de zapatos y su esposa logró poner una tiendita, con estos dos negocios han logrado sacar a sus tres hijos adelante.