Mariana Flores
Difícil, pero no es imposible.
Así ha sido para Mariana Capitán Hernández llegar a jefa de la zona 6 de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de Puebla.
Lleva 15 años en la corporación de vigilancia.
Su padre fue policía, su pareja sentimental lo es.
Ella se imaginó uniformada desde niña.
“Ser mujer en las fuerzas policiales tiene retos difíciles. Antes, a las mujeres se les asignaban tareas administrativas o que no fueran de riesgo. Ahora podemos ser mandos”.
Ella está a cargo de 90 elementos, hombres y mujeres. “Era una chamba de hombres”, dice del liderazgo.
Es mamá. Piensa que lo más complicado fue aprender a equilibrar las ocupaciones sin descuidar ninguna. Su clave: la organización.
Su hija, de 10 años, presume la profesión de su mamá. Esa es la retribución de Mariana.
“Ver lo orgullosa que ella está de mi trabajo es lo más satisfactorio y un buen ejemplo”.
Los varones son más grandes y más fuertes, afirma, pero las mujeres no son débiles y sí, fundamentales.
“Al convivir con los compañeros a veces una misma se sorprende, ¿de dónde saco fuerzas? Puedo correr igual que uno de ellos, enfrentarme a un delincuente de la misma manera”.
Para Mariana, la sociedad dio un giro y luego de subestimar a las mujeres dentro de una organización de protección, siente que cada vez hay más respeto a las figuras femeninas que representan autoridad. Eso la inspira.
La gente requiere apoyo y orientación, considera. Así que ese es su compromiso, entendiendo, primero, las necesidades de los grupos sociales.
A las niñas que hoy, como ella hace años, quieren estar en las fuerzas de seguridad, les asegura que con mucho empeño se puede llegar hasta donde ellas lo deseen. No va a ser fácil, advierte, pero sí real.