Guadalupe Juárez
Al norte de la capital poblana, sobre la calzada Ignacio Zaragoza, hay tres consultorios médicos junto a una farmacia.
Uno de ellos es apenas una habitación de cuatro por cuatro. La doctora que atiende tiene una careta, un cubrebocas, guantes y una bata de protección, mientras atiende a una de las decenas de pacientes que llegan con síntomas de enfermedades respiratorias.
Después de revisarla, conversa con ella sobre los síntomas a través de una mica, le explica el tratamiento a seguir y ahí mismo cobra los 45 pesos de la consulta.
Diana es una de los dos médicos generales que atienden a los pacientes de lunes a viernes, es egresada de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y mientras cientos de sus colegas que tratan con los contagiados de COVID-19 en la entidad son vacunados, ella sólo espera que en la lista de personas que atenderá hoy, nadie esté contagiado y sólo sea “gripe” o tos.
“Atendemos todo tipo de enfermedad respiratoria”, reza el anuncio pegado a la entrada de su consultorio.
En la sala de espera hay seis personas con sus cubrebocas y separados entre sí por más de dos metros, todos reservando cualquier tipo de comentario y conversación, con los ojos hundidos en sus celulares.
La doctora se asoma para llamar a su siguiente paciente y le pide que tome gel antibacterial del despachador automático antes de ingresar.
Hernán tiene 27 años de edad, está desempleado desde que inició la contingencia sanitaria y ha decidido dedicarse al cuidado de su abuela, de 85 años de edad, durante este tiempo; a cambio, sus tíos lo apoyan con sus gastos básicos.
Pero los síntomas de gripa lo han traído aquí, al único lugar que puede cubrir con ingresos tan limitados.
La médica hace un repaso de las preguntas para cualquier caso sospechoso de COVID-19.
— ¿Ha perdido el olfato o el gusto?
— ¿Tiene dolor de cabeza, fiebre, le cuesta respirar?
Las respuestas negativas de su paciente se reflejan en un gesto de alivio de ella. Baja su mirada a la computadora para escribir el nombre de los medicamentos para la gastritis que dará a paciente.
—¿A usted no le toca vacunarse contra la COVID?
— No, yo no he tratado a pacientes con el virus.
Afuera, uno de ellos, tose y aclara la garganta. Espera ser el siguiente en pasar.
De acuerdo con el estudio COVID-19: el impacto económico en el sector Salud de México, los servicios médicos incrementaron en marzo de 2020 –al inicio de la contingencia sanitaria– 11% comparado con 2019.
Sin embargo, los doctores que trabajan en los consultorios de farmacias privadas tienen condiciones laborales precarias.
A diferencia de sus colegas del sector público, en ocasiones su puesto de trabajo sólo se pacta con un acuerdo verbal y los sueldos dependen de la prescripción y cantidad de medicamentos que hagan al día, de acuerdo con el estudio Consultorios Adyacentes a farmacias privadas en México 2015.