Apoyo y opciones. Sandra Huerta, nanotecnóloga, considera que esos dos factores, en niñas, adolescentes y adultas, acortarán la brecha persistente entre hombres y mujeres en el mundo científico en aulas y laboratorios.
Hoy, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Huerta exhorta a mamás y papás a llevar a sus hijas a talleres variados y, luego, a los enfocados en descubrir talentos, animarlas a que se acerquen, pregunten, afloren sus gustos e intereses y no se queden ocultos.
La poblana, de 28 años, está al frente del ente mundial de difusión de los avances científicos: el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos.
De papás universitarios –leyes y contaduría–, estudia doctorado en el Instituto Nacional de Astrofisica, Óptica y Electrónica (INAOE) y desarrolla circuitos integrados.
Cree que el obstáculo familiar que las niñas enfrentan lo constituyen los estereotipos de actividades y género.
Comparte que llegó tarde a la ciencia: en prepa, cuando sus papás la llevaron a una feria de universidades y carreras de la BUAP; ahí supo por primera vez la multiplicidad de entornos en que podia aplicar su materia favorita: matemáticas.
“De niña quería ser princesa. Cuando crecí, quería dedicarme a las matemáticas, me gustaban mucho, se me hacían fáciles”.
En aquella feria de carreras, nanotecnología sonó atractiva para aplicar matemáticas a cualquier campo de la vida.
“No me quedé con dudas. Pregunté todas a quienes estaban ahí: ¿qué materias llevan?, ¿a qué se dedican después?, ¿en qué puedo trabajar?, ¿cuánto dinero se gana? Salí con la seguridad de que eso quería estudiar”.
En el INAOE, dijo, hay talleres, conferencias y actividades comunitarias para despertar el interés y el gusto por la ciencia, además de romper estereotipos.
Asegura que, en su experiencia, en las carreras científicas y los posgrados, una de cada cinco estudiantes es mujer; le tocaron grupos donde ella era la única entre varones.
También cree que la cultura actual sigue dando a las madres de familia todas las responsabilidades de un hogar y restándoles las oportunidades de avanzar en sus carreras.
“Hay que decirles a las niñas que no es fácil, pero tampoco es imposible”, que pueden llegar a donde quieran.
Entre las aplicaciones científicas en que ha colaborado se encuentra la la instalación de sensores de bajo costo en los terrenos de siembra que permiten a los campesinos medir si falta agua o cómo afectará el clima al producto.
Huerta desarrolla un circuito que adapta el nivel de voltaje óptimo de una fuente de energía a un dispositivo o equipo para acabar con las variaciones dañinas.
En dos años, tendrá su circuito diseñado y con prototipo.