Por: Mariana Flores y Karla Cejudo
De los tres elementos de la fiesta-ceremonia de El Grito –bandera, voz y verbena popular–, la pandemia de COVID-19 se llevó al que le da vida y esplendor a la conmemoración: la gente. Para el centro de Puebla capital, es un hecho inédito.
Los registros históricos indican que, desde la institución de la ceremonia, en 1812, sólo en los años de la Intervención Francesa (1862- 1867), las calles estaban vacías porque la celebración estuvo suspendida. Esta noche, no hay puestos de comida ni de juegos ni de venta de chucherías, como había ocurrido en los tiempos recientes.
El riesgo de contagio de coronavirus impide las aglomeraciones. Y la fiesta de celebración de la Independencia siempre es multitudinaria. Tanto, que el Centro Histórico se cierra para hacer peatonal las calles y ahora se enreja para prohibir el paso.
Únicamente los usuarios de restaurantes y cafeterías del primer cuadro, informó ayer Liza Aceves, secretaria del Ayuntamiento, serán la audiencia de un video mapping –show de imágenes proyectadas en los muros de la Catedral– y fuegos artificiales; no habrá fiesta ni cena tradicional en el Palacio Municipal, que habría costado 1.4 millones de pesos, afirmó.
El gobernador Miguel Barbosa encabezará la ceremonia cívica y el tañido de la campana que conmemora el de la madrugada del 16 de septiembre de 1810, convocatoria a la lucha armada que inició la Independencia.
El acto protocolario se difundirá por streaming en plataformas digitales. Pero esta noche es inédita: un grito sin respuesta, el inédito, sin los miles que responden el festejo-recuerdo de los héroes nacionales.
Ensombrecido, 1999, por tragedias continuas
El Grito de Independencia ocurrió, en 1999, en un templete instalado en la 3 Oriente, hoy cuadra peatonal, porque el 15 de junio anterior un sismo dañó el palacio municipal de Puebla capital. Y, como ahí está la campana que se tañe en esta ceremonia, no se realizó ni el acto protocolario ni la fiesta tradicional que encabez el gobernador.
Era entonces Melquiades Morales Flores, quien en menos de 8 minutos hizo los honores a la bandera, gritó los “vivas” y bajó de la tarima donde, previo, hubo show de luces y música. Bajó a los puestos de la verbena.
Comió chalupas en uno, mole de panza en otro. Con todo y comitiva. Ese año, el terremoto de 7.1 grados enlutó a Puebla al cobrarse la vida de una veintena de personas; luego, en octubre, lluvias atípicas arrasaron con las Sierras Norte y Nororiente. La “tragedia del siglo”, fue llamado el suceso desde la Presidencia del país. Y, además, el Popocatépetl tuvo actividad inusual y ocurrió un desaolojo obligado para prevenir desastre.
En una de cada dos casas hay cohetones
Por diversión, gusto, curiosidad o festejo, en 50% de las familias hay pirotecnia de algún tipo y los accidentes se repiten en niños de 8 a 12 años y adultos de 22 a 45 para llevar a salas de urgencias de hospital a una decena en fiestas patrias.
Así le va en Puebla en 15 y 16 de septiembre, reporta el IMSS, y la cifra de usarios de cohetones la comparte María del Pilar León Franco, especialista en seguridad contra incendios y catedrática de Ingeniería Industrial de la UPAEP.
Aunque no acostumbren hacerlo por tradición, algún miembro de una de cada dos familias tiene en su poder algún producto explosivo en estas celebraciones y lo enciende. Y hay riesgo de quemaduras por impericia, indica León Franco.
En los niños, porque les falla la velocidad y la coordinación, y hasta la emoción, los explosivos les detonan en momentos errados y el daño va de quemaduras leves hasta profundas; y la carga explosiva llega a causar pérdida de dedos o incluso la mano. “Incluso pasa en adultos, pero es más frecuente que los niños tengan quemaduras de tercer grado”, agrega.
La recomendación de la académica consiste en tener a la mano equipo o elementos para extinguir fuego, a fin de que los accidentes sean mínimos. Los números del IMSS de 2019 advierten que de 8 a 10 ingresos ocurren en salas de emergencia en estas fiestas por pacientes con quemaduras de segundo y tercer grado en deos de las manos, brazos y cara, e incluso amputaciones.