Ilse Aguilar
“Yo me dediqué a sanar”, fue el pensamiento de Lidia Irene Mora Báez, quien a sus 68 años, sobrevivió al cáncer de mama.
De profesión médico y jubilada del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), comentó que lo más difícil fue asistir sola a las quimioterapias, pues no tiene hijos y nunca se casó.
El antecedente que ella tenía para ser detectada con este padecimiento, es que su madre tuvo cáncer cervicouterino.
En septiembre de 2001, Lidia se estaba bañando y se detectó “una bolita”, pero no le prestó atención. Al mes siguiente vio que esa protuberancia creció más, por lo que fue cuando decidió irse a realizarse una mastografía, ahí se detectó una “imagen sospechosa de carcinoma”.
En 2002, acudió a un cirujano oncólogo particular, a quien pidió que le practicara la extirpación de cadena ganglionar que dañaba su mama izquierda.
Después del éxito en la cirugía regresó al seguro social para pedir su incapacidad e iniciar con su tratamiento.
Fueron dos años de tratamiento, en el que se le practicaron seis sesiones de quimioterapia y 27 de radioterapia.
Reconoció que la quimioterapia “es donde se siente más feo”, pero había un solo pensamiento en su cabeza: “vengo a sanar”.
“Un paciente con cáncer es importante que esté contento y feliz, que no piense cosas negativas, porque eso en lugar de ayudar le perjudica”, afirmó.
Insistió que pese haber perdido su cabello y sentirse “debilucha”, prefería bloquear su mente y no pensar en lo malo. Había días que se iba sola a Cuautla Morelos, para distraerse y “no pensar en nada”.
Mora Baes es originaria del municipio de Tlatlauquitepec, pero empezó a trabajar en la junta auxiliar de Ignacio Zaragoza durante cinco años y en Xoxtla se jubiló en agosto de 2018 tras cumplir 27 años de servicio.