Así lo escribió Neruda y coinciden expertos en la carga de género que tienen sobre sí los varones. Estos son algunos rasgos:
1. NO LLORAR. Desde la infancia, a las niñas se les apapacha y consuela desde que sollozan; a los niños, se les impide llorar y, así, se les inhibe la capacidad de reconocer y procesar tristeza, ansiedad, derrota, frustración, nostalgia. Los adultos y los otros niños obstruyen el flujo natural de liberación de estrés y la ansiedad. En consecuencia, acumulan tensión y malestar.
2. SER FUERTES. Desde pequeños, a los varones se les exige tener y demostrar fuerza física y se les inculca que la fragilidad pertenece al mundo femenino en exclusiva. Se estigmatiza al que parece debilitado o no es corpulento, se hacen burlas de su apariencia y complexión. Algunos efectos: falta de aceptación de su cuerpo y carencia de amor propio, timidez, inhibición para crear y sostener relaciones significativas.
3. PROVEER SIN FALLA. El papel de suministradores del dinero para mantener a la familia les impide incluso platicar los fracasos que experimentan en el ámbito laboral o de negocios. Tienden a ocultar las adversidades y, con ello, añadirse tensión y ansiedad.
4. GANAR. Desde niños, se les inculca aversión a la derrota y se impide, con ello, la gestión necesaria para desarrollar tolerancia a la frustración. De mayores, cuando se sienten malogrados o enfrentan desengaños, a falta de procesamiento sano de las desilusiones, tienden a reaccionar con violencia como salida y, además, creen que la agresión, los arrebatos y la dureza son normales y naturales, y que la gente a su alrededor debe aceptar ese comportamiento.
Pero hay solución; siempre es posible reeducarse, hacer cambios. En Puebla, se desarrollan talleres sobre nuevas masculinidades.
Fuentes: María Antonieta Rosales y Jaime, economista y cartógrafa; Cirilo Rivera García, tallerista y docente en nuevas masculinidades.