Miedo a que duela el procedimiento. Terror a que haya tumores malignos. Desasosiego porque otra persona manipulará una parte privada del cuerpo.
Esas son los tres rasgos de la mayoría de las mujeres que han llegado al sitio de trabajo de Janett Lizzet Sánchez Cortés.
La radióloga egresada de la BUAP indica que ese es el estado con el que ha empatizado y, luego, construido un protocolo personal de apoyo, consideración e información para las personas a las que ha atendido durante 12 años.
Afirma que las palabras más poderosas en la recepción de pacientes que acuden al Hospital Universitario de Puebla para hacerse la mastografía contienen información.
“Les hago saber que no siempre se va a detectar un cáncer. Les cuento que si ellas se realizan el estudio como debe ser, anualmente, pueden estar seguras de que en cuanto se encuentre un inconveniente, van a atenderse a tiempo”.
Sánchez Cortés tiene experiencia en la operación de todo el equipo de radiología, aunque se ha especializado en el estudio que detecta anomalías en los senos.
Refiere que, cuando tiene a su cargo estudiantes que realizan prácticas profesionales, procura transmitir la importancia de la comunicación con los pacientes, a la par que la enseñanza del manejo del equipo.
“Les hago énfasis en que se debe aprender también cómo debe tratarse a la paciente para hacer lo menos incómodo posible el estudio y de la mejor calidad para que el personal médico realice un diagnóstico certero”.
En México, por cáncer de mama fallecen 17 mujeres por cada 100 mil de 20 años o más, de acuerdo con datos ofrecidos por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que destaca un aumento de casos en los últimos 10 años.