Es Xochitlán de Todos Santos, en el rumbo de Tecamachalco (no confundir con el de Vicente Suárez en la Sierra Norte), donde pervive la tradición de velar en el panteón, a la espera de la visita anual de los difuntos.
Con música, ceras, comida y flores se pasa noche y madrugada.
Nadie duerme ni va de mala gana; no arman pleito. Fiesta en calma.