El hombre de blanco que hace oración es sobreviviente de aquel lunes en que, al instante, 70 mil fueron arrebatados del mundo, en la ciudad japonesa donde el presidente estadounidense Harry S. Truman decidió lanzar a “Little Boy”, nombre clave de la primera bomba atómica.
Otros 100 mil murieron por los efectos de la radiación. Suspendida la conmemoración prevista, desde sus monasterios, los religiosos hicieron devociones por la paz; en la zona memorial, los sobrevivientes y sus familias recordaron el primero de los ataques a la isla.
El Museo Memorial, vacío por la pandemia. La cúpula de Genbaku, visitada por unos cuantos, pero de pie, descarnada, tal como quedó ahí, en la periferia del radio de 13 kilómetros que la bomba destruyó por completo.
Muy al sur, en Bali, Indonesia, la policía ayuda a las tortugas a regresar al océano, luego que las arrebataron a cazadores furtivos que las habían apresado. Son 25 ejemplares.