Investigadores chinos encontraron una especie de fibra lechosa transparente en los pulmones de algunos pacientes recuperados de COVID-19, lo que sugiere un daño permanente en dichos órganos.
De acuerdo con la Sociedad Italiana de Neumología (SIP), alrededor de 30 por ciento de las personas recuperadas tras sufrir un brote grave de COVID-19 puede tener daños pulmonares.
Angelo Corsico, miembro de la SIP, resaltó:
“Vemos que dos meses después del alta, casi un tercio de los pacientes todavía tiene alteraciones pulmonares”.
Asimismo, el experto refirió que el porcentaje de pacientes con pulmones dañados tras recuperarse de la COVID-19 coincide con datos sobre sobrevivientes de anteriores enfermedades relacionadas con coronavirus, como el SARS (síndrome respiratorio agudo grave) y el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio).
Durante la conferencia sobre el coronavirus del 18 de abril, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, explicó que:
“Cuando la enfermedad se vuelve grave es porque ha llegado a lo más profundo del aparato respiratorio: los pulmones. Cuando eso ocurre, se inflama el tejido pulmonar y causa también algunos daños en la circulación microscópica de los pulmones, y puede obstruir lo vasos sanguíneos microscópicos de los pulmones en forma difusa, en forma generalizada. Cuando eso ocurre, la zona en donde ocurre el intercambio de oxígeno por bióxido de carbono, que está al interior de los pulmones, deja de funcionar, ya no puede cambiar ese oxígeno por bióxido de carbono y entonces la sangre ya no se puede oxigenar, y este es el daño que puede resultar en una situación fatal” [sic].
Con información de Milenio, 65ymás, KHN y Excélsior
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