La población porteña de Lerma, en Campeche, se enfiesta para que perviva la devoción a los Santos Reyes durante tres jornadas en que se mata el marrano mejor criado, que recorre las calles entre sones de trompeta, se fabrican artesanías de papel que se pasean en andas por las avenidas y se hace bailongo al que las chicas deben llegar bien ajuareadas, con el traje mestizo que identifica a la península de Yucatán.
Y todo esto ocurre porque una familia invocó a los Reyes Magos para que su madre sanara; no sólo superó el cáncer, sino que la buenaventura les sonrió desde entonces.
Sólo aquí se festeja así.
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