Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] / web: parmenasradio.org
A estos cambios legislativos hay que darles un sustento jurisprudencial, y ese sustento ha sido, desafortunadamente, el que ha permitido que a estas mutaciones –salvo las benditas excepciones en decisiones valientes de los tribunales– se les dé el carácter de constitucionales; lo cual no es nada sencillo porque se requiere de una especie de “ingeniería constitucional”. Del capítulo I de Los procedimientos de fiscalización de un derecho fiscal de la sospecha
Este mes de septiembre de 2021, recordamos con mucha tristeza, dolor y desconsuelo lo que sucedió el 11 de septiembre de 2001.
Algunos estudiosos de la sociología, de la historia de la humanidad, de la filosofía sostienen que, propiamente, en esa fecha, inició el siglo XXI; así como se ha sostenido que el siglo XX inició con la Primera Guerra Mundial. Un 11 de septiembre, cuyos casos tan lamentables de los atentados terroristas en Estados Unidos de América hicieron que el mundo se transformara, que las naciones modificaran sus propósitos y que los sistemas jurídicos se hayan invertido, en pocas palabras: «el mundo dejó de ser igual».
Si solamente se observan esos sucesos como la muerte de miles de personas, de daños ocasionados a edificios en el país del norte, no se dimensiona lo que verdaderamente tales atentados representan para la humanidad. Y esta incapacidad de apreciación parece ser el motivo por el cual esta fecha tan importante para la historia reciente de la humanidad ha pasado de largo en las instituciones públicas y en muchos de los medios de comunicación. Posiblemente, generaciones posteriores a la nuestra, con un ojo más clínico y más distanciado, puedan ver que esos atentados fueron un parteaguas en el mundo occidental y en el denominado mundo árabe.
Con estos atentados, se legitimó que el Estado tuviera funciones distintas a las de su razón esencial; se dejaron a un lado los derechos de libertad como la razón de ser de los Estados; se dejaron a un lado los derechos sociales y fueron sustituidos por aparentes derechos que «vigilan» la integridad de las personas, que abogan por la seguridad pública, por la vigilancia; pero que distan mucho de ser derechos y son, más que nada, pretextos para tener encasillada e, incluso, asfixiada a la sociedad.
Así, salió ganando el Estado, su función ahora es más sencilla que la que correspondía en brindar derechos de libertad y de igualdad; pues ahora la población se complace, simplemente, con el resguardo de su aparente integridad.
Para ello, evidentemente, los sistemas jurídicos se modificaron. El derecho penal se expandió con mayores delitos y penas. También se alteró la legislación administrativa y fiscal para mantener a raya y permanentemente vigilado rl ciudadano de a pie. Así, con los papeles invertidos, se pasó del principio de presunción de inocencia al principio de precaución. Por ello, hoy –aunque no entendemos por qué o no queramos ver–, la carga de la prueba para acreditar la inocencia, la inexistencia de una infracción, etcétera, le corresponde al gobernado y no al Estado acusador. Por ello, hoy, por seguridad pública, por simple prevención, se crean centros penitenciarios, omo el de Guantánamo, donde, sin juicio ni sentencia, hay personas detenidas permanentemente por un simple «sospechosismo».
Así, se legitima todo, pues el Estado puede multar, clausurar, castigar a cualquiera con el simple «sospechosismo», con la discrecionalidad con la que se ha dotado a las autoridades para perseguir a los «maleantes», pero que, en realidad, solamente persiguen a los pobres ciudadanos mal parados. Una amplia discrecionalidad que ha acabado en que cada quien hace lo que quiere y todo queda en el marco legal. Razón por la cual los tribunales y juzgados del mundo occidental están totalmente comprometidos y deben hacer hasta «gimnasia jurídica» para justificar las más aberrantes violaciones a los derechos fundamentales; todo justificándolo con el interés social o público. Así, lo sucedido en los últimos años es una pequeña muestra de cómo cambió el mundo después de aquella fecha tan escalofriante para la humanidad; por lo que no puede ser olvidada.