Odio a los indiferentes.
La indiferencia es apatía, es parasitismo,
es cobardía, no es vida.
Por eso odio a los indiferentes
Antonio Gramsci
Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] web: parmenasradio.org
Después del huracán que arrasó con el puerto de Acapulco y sus habitantes, toda ayuda que se está implementando actualmente parece que no será suficiente para resolver tantos problemas que se avecinan con los estragos de ese huracán.
Resultan insuficientes las despensas, donativos, medicinas, asistencia social, rondines policiales, etc. El problema no se resolverá con todas esas cosas, que serán simplemente paliativos y desafortunadamente pasajeros.
Tampoco se resolverá con que se otorguen apoyos económicos a algunos de los afectados y que sea por una sola ocasión; el tiempo hará que todos esos apoyos se olviden, con la consecuencia de que Acapulco y su población quedarán a su suerte.
La afectación está por todos lados y en todos los niveles o clases sociales. Ya se han puesto en los medios las condiciones actuales de los pequeños comerciantes que viven del turismo, meseros, cocineros, restauranteros, guías de turistas, quienes daban servicios en los hoteles, mucamas, maleteros, taxistas choferes, pero estos no son los únicos afectados.
Por ejemplo, consideremos a ese buen número de mexicanos que cuentan con condominios de fin de semana y que se trasladaban desde la Ciudad de México, Cuernavaca, Chilpancingo, Puebla, Querétaro, Estado de México, etc.
Ellos que están pagando sus créditos hipotecarios en las instituciones bancarias y que, cuando tengan conocimiento de las condiciones de sus instalaciones, de sus habitaciones, muebles, equipamiento, etc., y lo que costará reponer los pisos o departamentos turísticos, lo más probable es que caigan muchos de ellos en mora en sus pagos, ya sea por falta de dinero para hacer frente a esos desastres, por enojo o capricho, pero dejarán de pagar, y otros más dejarán perder lo que les queda de sus propiedades.
¿Este fenómeno no causará un problema financiero grave, no solo para Acapulco sino para el Estado de Guerrero y todo México?
¿Qué sucederá con todos los desarrollos habitacionales que están en pre-venta, en venta y que son simples proyectos aún? Desde luego que estos quedarán en suspenso durante un tiempo indefinido.
Lo peor de todo es que, considerando cómo golpeó el huracán a los inmuebles actuales de Acapulco, habrá que asumir la responsabilidad por los desarrolladores inmobiliarios de dejar de construir como actualmente se construye en la costa.
Pudiera ser insostenible seguir construyendo de la misma forma y con los mismos materiales. Se tendrá que hacer algo muy distinto a lo que se tiene actualmente, porque la consecuencia de no hacerlo es devastadora.
Por lo menos habrá que ponerse en los zapatos del público consumidor que tiene la capacidad económica y el sueño de contar con un departamento a la orilla del mar.
Con los estragos vividos del huracán, se lo pensarán más de una vez, y no solo invertirán en Acapulco, sino en cualquier lugar que tenga playa. Pudieran ser inversiones perdidas, como son miles las que hoy existen y que ni se han contabilizado. Tarde o temprano, surgirá ese problema financiero.
Así, programas para diferir pagos, para descontar intereses, para convenir otro tipo de pagos a las deudas bancarias, disminuir intereses, resultarán insuficientes, al igual que los programas gubernamentales implementados recientemente por la autoridad fiscal federal, como declarar días inhábiles en las oficinas del SAT o diferir los pagos de los impuestos que se vencen en estas fechas. Esto y nada es lo mismo.
Esas medidas fiscales, por simple sentido común, son procedentes jurídicamente, aunque no estén implementadas, ya que jurídicamente estaba excluido cumplir cualquier sujeto obligado bajo el principio de derecho que establece que a lo imposible nadie está obligado, por una razón suficiente que es el caso fortuito del huracán.
Por eso, a pesar del esfuerzo del ejército, de la marina, de la ayuda de las organizaciones no gubernamentales, del apoyo de los ciudadanos de a pie, esto no resolverá ese problema tan grave que se vivirá por muchos años en Acapulco.
Todo da a entender que vivirá en la indiferencia gubernamental, con las desastrosas consecuencias que esto representa.