Dr. Anselmo Salvador Chávez Capó / Profesor Investigador de la UPAEP
Esta semana fue muy complicada para el sistema financiero internacional, pues la caída de Silicon Valley Bank (SVB), así como el cierre de Signature Bank y Silvergate, provocó que el pasado miércoles Credit Suisse pidiera 54 mil millones de dólares al Banco Nacional de Suiza, provocando que se generara un entorno de incertidumbre a nivel macroeconómico en el ecosistema bancario mundial.
Para entender lo que pasó en Silicon Valley Bank es necesario recordar cómo funcionan los bancos: reciben recursos del público inversionista o ahorrador, que a través de distintos mecanismos de intermediación bancaria prestan a aquellas entidades que requieren financiamiento o lo invierten en activos financieros de renta fija o variable, de acuerdo a sus políticas de administración de riesgo, con lo cual le pagan un rendimiento a los depositantes, por lo tanto el depositante o inversionista tiene acceso a sus recursos de manera inmediata o de acuerdo al contrato firmado en el periodo establecido.
Por lo anterior, cuando un depositante solicita el retiro de sus recursos, el banco acude a sus reservas líquidas y, de ser necesario, a cubrir el instrumento de corto plazo para pagar el dinero del depositante. En el caso de que por una razón sistémica, coyuntural o de reputación, los depositantes soliciten recursos que pudieran ser en montos excesivos, y que esa demanda de retiro exceda la liquidez disponible, entonces la institución bancaria enfrenta una presión, lo cual se denomina como una corrida financiera.
En el caso de SVB, se trata de un banco de nicho, ya que ofrece servicio a la industria de la tecnología en EU desde hace 40 años, por lo cual la mayoría de sus cuentas están vinculadas a empresas de ese sector. Es de señalar que entre 2020 y 2022, este banco recibió un enorme flujo de recursos derivados del boom de
empresas de tecnología durante la pandemia y tomó la decisión de invertir una proporción importante en instrumentos de largo plazo del gobierno estadounidense, sin embargo, el incremento en las tasas de interés de la Reserva Federal hace que estos instrumentos de renta fija no sean tan atractivos, debido a que el rendimiento ofrecido es más bajo que el existente en el mercado de los bonos en la actualidad.
Derivado de esta situación, el banco declaró pérdidas por mil 800 millones de dólares, por lo cual un grupo importante de ahorradores acudieron a retirar sus depósitos, lo que obligó al banco a salir a liquidar más posiciones, aumentando la materialización de la pérdida, lo cual llevó a que otros depositantes pusieran atención en bancos que, por lo menos en percepción, enfrentaban una problemática similar e iniciaron corridas financieras en algunos de ellos. Los siguientes el Signature Bank de Nueva York, así como el Silvergate Bank, con lo que se generalizó la creencia que hay más bancos regionales con problemas de liquidez, lo que podría perjudicar al resto del sistema financiero.
Los tres bancos referidos habían hecho compras significativas de bonos del Tesoro de Estados Unidos a largo plazo, una inversión que parecía segura en ese momento que iniciaba la pandemia de COVID-19, momento en el cual la Reserva Federal redujo las tasas de interés a casi cero y señaló que las mantendría así por un periodo prolongado, sin embargo los altos procesos inflacionarios en la mayoría de los países del mundo dio como resultado que los bancos centrales a nivel mundial iniciaran un incremento generalizado en las tasa de interés, con lo cual los antiguos títulos de crédito ya no eran atractivos como inversión.
Bajo esta dinámica, las acciones de Credit Suisse cayeron en una baja récord el pasado miércoles y sus bonos se redujeron a niveles que indican profundas dificultades financieras, ya que a las dudas sobre el prestamista plagado de escándalos se combinó con una venta masiva global de acciones bancarias por parte de clientes nerviosos por su dirección futura, por encima de los mínimos regulatorios de capital y liquidez.
Como se puede ver el entorno financiero se muestra incierto para la economía mundial, a pesar de que hay seguros que los bancos centrales ofrecen a los ahorradores. El caso del IPAB, los depósitos están garantizados hasta por 400 mil UDIS (aproximadamente 3 millones 105 mil 522.80 pesos) y en Estados Unidos la protección es de hasta 250 mil dólares por depositante, mientras que, en España, el Fondo de Garantía de Depósitos protege hasta 100 mil euros por cliente en cada banco.
Después de las diversas acciones que han tomado los Bancos Centrales, parecería que estas corridas financieras han sido controladas, pero lo ocurrido muestra una vez más lo frágil que, ante entornos inciertos y volátiles, pueden resultar las instituciones financieras, así como lo irracional de la conducta de las personas en la toma de decisiones económicas.