Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / parmenasradio.org
El capitalismo que hoy se vive en el mundo, no exclusivamente en nuestra nación, es al que se denomina como “segundo capitalismo”, “capitalismo financiero”, “capitalismo de la vigilancia”. Así, cada teórico sobre la materia asume una denominación sobre este sistema, que prevalece en las naciones del mundo occidental, sin trazas para que se modifique.
¿Por qué el sistema de gobierno neoliberal es tan estable? ¿Por qué encuentra tan pocas resistencias? ¿Por qué todas ellas en seguida resultan ser ineficaces? ¿Por qué hoy no es posible ninguna revolución, a pesar de la desigualdad cada vez mayor entre ricos y pobres?
Byung Chul Han
Pero, a diferencia del anterior modelo denominado “capitalismo productivo”, en el cual se requería de una gran cantidad de trabajadores, de empleados en muchas oficinas, bodegas, talleres, fábricas, a veces personas aglutinadas en centros de trabajo clandestino e insalubres, esto ya no es la característica del capitalismo actual, por el contrario, todo da a entender que se disminuyen y se disminuirán cada día más el número de personas en una empresa, la aglutinación puede pasar a la historia, en parte por la COVID-19, muchos de los trabajos de oficina se convirtieron en trabajos en casa o fuera de cualquier corporativo.
Por otro lado, el número de personal que se tenían como empleados desparece- rá dramáticamente, tras el coronavirus se ha puesto sobre la mesa el rendimiento de las personas en las empresas y la posibili- dad de sustituirlos por máquinas.
Todo ello, no es una muestra más que del problema actual en el mundo occidental, donde cada día hay menos empleos, menos personal mecánico u operativo, resultado de los avances de la tecnología, particularmente de la información, que está sustituyendo a la mano de obra humana por máquinas.
Por lo tanto, estamos ante la presencia de un evidente cambio generacional, entre los que aún considerábamos o contábamos con empleo, pero que cada día serán menos necesarios y muchas personas económicamente activas no podrán realizarse como empleados, obreros o trabajadores.
En el sistema capitalista se debe de contar, sobre todo, con consumidores con la necesidad de tener los productos disponibles en el mercado, monopolizado por pocas empresas, pero hay una gran cantidad de personas que tienen esa posibilidad, es decir, al no poder contar se vuelven molestos para el Estado y, particularmente, para los grandes monopolios.
Por ello, se requiere que los Estados hagan más de lo que habitualmente hacían por su población, pues ya no basta con vigilarla y reprimirla ante alguna falta, infracción o delito cometido, hoy se requiere la autoridad se esfuerce para que a esa gran cantidad de personas que nunca encontraron empleo, que no cuentan con la capacidad de autoemplearse, lejos que sean una carga se les trate como consumidores marginales. Desde luego que, sin la misma calidad que otros consumidores, pero sí se requiere que tengan ese carácter.
Se ha implementado en este lastimoso sistema que el Estado se vea en la obligación, incluso constitucional, de suministrarles una serie de apoyos económicos, para que esa parte de la población –que es muy grande– pueda ser, por lo menos, consumidores de menor grado.
Con esta justificación, las grandes empresas ganan por partida doble: primero, porque esa masa de millones de perso- nas, que no tienen esperanza de un empleo, puedan ser útiles para el sistema, a ellos se les suministra una gran cantidad de dinero, para que puedan fungir como consumidores de los bienes y servicios que esas empresas globales proporcionan.
En segundo, los Estados que no cuentan ni contarán con la capacidad de poder sostener esos apoyos a los ciudadanos, adicionalmente solicitan más préstamos, bajo el argumento de cuidar y tutelar a su población, lo cual elevará sus deudas, así estos ciudadanos contarán con algún recurso para formar parte de esa gran masa de consumidores no para su subsistencia, sino del neoliberalismo financiero actual.
¿Quién se opondrá a que le suminis- tren subsidios y dinero para gastar? Por ello es contundente lo que sostiene Byug Chul-Han, autor coreano avecindado en Alemania: “¿Por qué hoy no es posible ninguna revolución a pesar de la des- igualdad cada vez mayor entre ricos y pobres?”
Aquí pudiera estar la respuesta.