ESCAPADAS
Alejandro Cañedo Priesca
Hace algunas semanas, compartí en estas mismas páginas la historia de un viaje inesperado que me llevó a ser guía turístico en Londres.
Era mi último semestre como estudiante cuando, por un movimiento de última hora, mi padre me pidió dirigir un grupo hacia la capital inglesa.
Pero ese recorrido no se limitó a Londres; incluyó un destino singular en el sur de Inglaterra, uno de los primeros balnearios y resorts o, como dicen los italianos, lugares dedicados al “dulce placer de no hacer nada”.
Ese destino es Bournemouth, un lugar que combina historia, cultura y descanso a partes iguales.
Aunque no tiene tanta antigüedad como otros rincones de Inglaterra, su desarrollo comenzó en 1810, cuando la moda de los baños de mar y el aire fresco se propagó por Europa.
Bournemouth se convirtió rápidamente en un sitio predilecto para quienes buscaban un clima templado, paisajes tranquilos y una saludable dosis de sol, algo escaso en el resto del país.
En sus inicios, la ciudad de Bournemouth atraía principalmente a personas que llegaban por recomendación médica. El aire marino era recetado como cura para diversas enfermedades.
Con el tiempo, el turismo evolucionó. Durante el periodo victoriano, el pueblo floreció con elegantes casas frente al mar, hoteles y paseos costeros que ofrecían un espacio ideal para el descanso.
A pesar de los cambios en las tendencias de viaje –con el auge de destinos como el Caribe o el sudeste asiático–, Bournemouth supo adaptarse.
Hoy, las antiguas casas victorianas albergan escuelas de idiomas que reciben estudiantes de todo el mundo.
La ciudad ha desarrollado una oferta cultural diversa, con eventos como el Bournemouth Air Festival, que ilumina el cielo cada verano, y el Festival de Música de Bournemouth, un deleite para los amantes de la música.
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Además, la ciudad es hogar de la prestigiosa Orquesta Sinfónica de Bournemouth, cuyo legado ha colocado a esta agrupación entre las más importantes del Reino Unido.
El carácter victoriano de Bournemouth no solo está presente en su arquitectura, sino también en su esencia.
La tranquilidad y belleza del lugar atrajeron a grandes mentes literarias. J.R.R. Tolkien, autor de El Señor de los Anillos, pasó temporadas aquí, encontrando inspiración en sus paisajes costeros. Mary Shelley, creadora de Frankenstein, también dejó su huella en la ciudad.
Llegar a Bournemouth es sencillo. Desde Londres, los trenes directos te llevan en poco más de dos horas, y los autobuses también son una opción cómoda y económica.
Una vez allí, encontrarás una ciudad vibrante con playas de arena dorada, una amplia oferta gastronómica y un aire relajado que invita a perderse entre sus calles.
Entre sus especialidades, no puedes dejar de probar un clásico “fish and chips” frente al mar.
Para los amantes de lo dulce, los helados artesanales de Bournemouth son una delicia imperdible. Y, si buscas explorar su lado más cultural, hay museos, galerías de arte y teatros que reflejan la riqueza artística de la región.
Con el paso de los años, Bournemouth ha sabido reinventarse, convirtiéndose en un destino que combina historia, naturaleza y cultura.
Es un lugar donde las olas del mar se mezclan con la inspiración artística, un rincón ideal para disfrutar del presente mientras se respira la influencia del pasado.
Si buscas un refugio que ofrezca paz, belleza y un toque cultural, Bournemouth es el lugar perfecto para tu próxima escapada.
¡Viajemos juntos!