Por: Manuel Martínez Benítez / @manuelmtzb
El domingo 18 de octubre de 2020 se llevaron a cabo las primeras elecciones en México en contexto de la pandemia (que seguimos viviendo) en el país y en el mundo por COVID-19. Estos comicios se retrasaron, ya que debieron realizarse el primer domingo de junio, pero por las condiciones sanitarias fueron diferidos al segundo domingo de octubre.
En Coahuila se eligieron diputados locales y en Hidalgo ayuntamientos, tienen resultados interesantes y en algunos casos sorprendentes. Los comicios dejan mucho para la reflexión y para analizar lo pasado, sobre todo, porque hay triunfos de partidos políticos que no se esperaban.
También nos dan mucho qué pensar, dados los niveles de participación ciudadana y porque nos llaman a reflexionar sobre la influencia del presidente y de su partido en el tema electoral. Pero comencemos por hablar del nivel de participación ciudadana en la elección.
En Coahuila fue –según el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP)– de 39.38%, un porcentaje similar a la elección del 2014 (que es la otra con la que podemos compararla porque solo se elegían diputados), ahí sólo participaron el 39.5% de los votantes, hay que decir que es un porcentaje bajo en general.
En Hidalgo, según el conteo hecho por el Instituto Electoral del Estado, acudieron a las urnas 48.96%, uno podría pensar que es una cifra alta en medio de la pandemia. También se observa que hay un 50% de gente que no fue a votar. Por cierto, hay que decir que en esta elección, el PREP fue cancelado días antes de la jornada electoral, ya que la empresa contratada no cumplía con los estándares exigidos para realizar estos ejercicios.
Y entonces los resultados que tenemos son de un conteo realizado por el Instituto Electoral de Hidalgo (IEEH), señalado por varios actores políticos de la entidad por no estar de acuerdo con la forma en el que se llevó a cabo. Pero viendo los datos de participación, nos queda claro que por un lado la pandemia no evitó que la gente que normalmente acudía a votar lo siguiera haciendo.
Tampoco que la famosa operación electoral, que se hablaba podría existir, se llevara a cabo, y se demostró que entre menor sea la participación, más peso tiene la operación electoral. Otro punto a observar es el de los resultados, porque dan una clara victoria –en el caso de Coahuila– al Partido Revolucionario Institucional (PRI), ganando los 16 distritos locales. Debo decir que en mi opinión, más que un triunfo del tricolor como marca nacional, fue una victoria local y de su dirigente, que en este caso es el gobernador.
En los resultados de Coahuila, el PRI obtuvo el 49.31% de los votos emitidos, Morena por sí solo tiene el 19.34% de los votos y el PAN se va a tercera fuerza política con el 9.90% de los votos. También llama la atención que fuera de estos tres partidos políticos, solamente uno local tuvo más del 3% de los votos (el Unidad Democrática de Coahuila (UDC) con el 3.53%); los demás partidos –incluidos el Verde Ecologista de México, Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano (MC) y otros–, no lograron siquiera esta frontera del 3% de los votos.
En el caso de Hidalgo lo que estuvo en juego fueron los ayuntamientos, podemos ver los resultados por cantidad de alcaldías ganadas por fuerza política y aquí el que más ganó (según este sistema de datos preliminares del IEEH que ya comentamos) fue el PRI con 32 de los 84 municipios (aunque ya se vislumbra que varios de estos resultados serán impugnados por Morena y veremos un proceso judicial en varios de ellos como lo es en la capital Pachuca.
El segundo partido con mayor número de municipios ganados es el Partido de la Revolución Democrática (PRD) con siete municipios, después Morena con seis y el Partido Acción Nacional con cinco. Nueva Alianza ganó cinco, mientras el Partido Encuentro Social, y el PT ganaron cuatro. Y algunos otros municipios donde si hubo alianzas podemos ver que el PAN-PRD ganó seis municipios, la de Morena-PT-PVEM-PES ganó cinco y MC que solo ganó tres demarcaciones.
Si vemos la suma de los partidos en alianza (en el hipotético caso de que si se hubiera formado una alianza total), podemos ver que los resultados serían 32 municipios para el PRI, 23 municipios para una posible alianza Morena-PT-PVEMPES y 26 municipios en una supuesta alianza PAN-PRD-MC-PNA. Lo anterior, nos deja la sensación de que las alianzas sí podrían fortalecer los resultados para todas las fuerzas políticas, incluidos los partidos en el poder actualmente como lo es Morena.
El otro tema que llama la atención es como interpretar estos resultados con los datos que conocemos de encuestas donde la aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador es alta. En muchos casos y en diferentes encuestas, la ventaja que mostraba Morena en estos estados era importante.
Creo que varias encuestas reportaban ventaja para Morena, pero hay que recordar que las encuestas miden intenciones de voto entre toda la población–, pero no podemos medir tan fácil la intención entre los que sí o no van a ir a votar. Lo que nos deja como hipótesis que varios de los abstencionistas pueden ser gente que simpatiza o manifestaba un voto a favor de Morena, pero que no acudieron a las urnas; y aquí creo que está una importante reflexión.
Morena fue un movimiento político creado por el presidente López Obrador para ganar la presidencia, pero que no tiene una estructura en los estados, tampoco organización electoral sólida para hacer como todos los partidos políticos del mundo, movilizar el día de la elección a sus simpatizantes o gente que podría votar por ellos.
Por eso, vemos que hay gente que aprueba al presidente y con intenciones de voto a favor de Morena, pero si este partido no aprende a movilizar esta base de votos, podremos ver malos resultados para él en el futuro. Por eso y a modo de cierre es importante recordarle a los partidos y fuerzas políticas en el país y comentarles a ustedes lectores que, para que una campaña sea exitosa, se necesitan de tres aristas.
La primera, un candidato competitivo y carismático que pueda atraer votantes durante la campaña y persuadir a los que no simpatizan (que son los más) a un partido político En segundo lugar, tener una campaña bien hecha, con método, buena comunicación, hablando de los temas de los ciudadanos, conociendo quiénes son, y entendiendo la coyuntura que se vive en ese momento.
Y por último se necesita un partido u organización que ordene estructuralmente el trabajo político y pueda movilizar sus bases, para que la gente se sienta atraída por la campaña y el candidato en el momento de la elección.