Por: Hervey Rivera
La contingencia mundial con motivo de la epidemia que inició en la ciudad de Wuhan China y se extendió por todo el mundo es una situación inédita que tiene a la mitad de la población del mundo, cerca de 3900 millones de personas, en confinamiento domiciliario según información de la Agence France-Presse (AFP).
Filósofos, economistas, médicos, sociólogos, pedagogos, psicólogos, historiadores, abogados, empresarios, políticos, entre otros, han coincidido en una postura: habrá muchos cambios cuando la pandemia, término que significa “enfermedad de todo un pueblo” (pan, todo; demos, pueblo), disminuya su tasa de contagios y muertes en el mundo.
Las epidemias son recurrentes en nuestra historia como civilización humana: la peste negra en el siglo XIV, el cólera de principios del siglo XIX, la gripe española (que se originó en Estados Unidos) de inicios del siglo XX, la gripe porcina AH1N1 de 2009; son algunos ejemplos de infecciones que se extendieron en parte del mundo y causaron millones de muertes.
Dos grandes sucesos que provocaron profundos cambios en amplios ámbitos de la sociedad global fueron: la caída del muro de Berlín en 1989 y los atentados terroristas a EU el 11 de septiembre de 2001.
En el primero un sistema político-económico se erigió triunfante, la democracia y libre mercado eran los “únicos” modelos viables para las naciones.
Los ataques a territorio norteamericano circunscribieron por encima de otros temas, la cooperación policiaca-militar-inteligencia de los Estados Unidos y sus aliados con el resto del mundo.
La diferencia entre esos dos grandes sucesos y la pandemia de COVID-19 es la enorme conectividad entre las naciones y los habitantes del mundo, apenas en diciembre de 2019 fue noticia el inicio de la epidemia en la ciudad de Wuhan, semanas después esa infección respiratoria, que aún los científicos en estos momentos estudian, se extendió a países como Irán, Italia, España, Francia, Alemania y prácticamente toda Europa.
Naciones de Asia como Corea, Hong Kong y Taiwán también presentaron casos de la enfermedad. Pronto se dieron cuenta que la densidad poblacional en un territorio y la movilidad al interior de este, disparaba la tasa de contagios.
El diario New York Times documentó el viaje de cerca de 900 ciudadanos chinos entre febrero y marzo de la ciudad de Wuhan a la de Nueva York. ¿El resultado? El centro de la pandemia se trasladó de dicha ciudad china a la “gran manzana”.
Tendremos tiempo para comentar y analizar las repercusiones que traerá consigo la pandemia del COVID-19 en muchos de los ámbitos de la humanidad. Aprovecho para agradecer el espacio que generosamente me brinda el director del periódico Crónica Puebla, Arturo Luna Silva, y le deseo el éxito en este nuevo proyecto.