Ni más ni menos
Jorge Luis Hernández
El debut de la Selección Mexicana en el Mundial de Catar 2022 dejó un buen sabor de boca –sin llegar a ser espléndido o extraordinario–, pues como lo dije hace unos días en este valioso espacio, las expectativas eran –y son– tan bajas, que un partido jugado con personalidad y arrojo sería suficiente para hacernos creer que este grupo de jugadores nos sorprenderían gratamente, ante Polonia así fue.
Entonces la afición y algunos medios se desbordaron de alegría e ilusión. En efecto, el Tricolor había jugado un partido sobresaliente, con mucho orden y personalidad, tan es así que uno de los mejores delanteros del mundo en la actualidad, el polaco Robert Lewandowsky, no pudo hacer daño en la portería mexicana; mejor aún, la pasión se desbordó cuando Guillermo Ochoa le atajó el penal al atacante del Barcelona, entonces, todas las miradas y aplausos fueron para el arquero del América, para la garra y futbol mostrada por Alexis Vega y el mediocampo nacional, al que la prensa internacional calificó como “el mejor sector de México”, por lo que muchos –pese a que hoy lo nieguen– volvieron a tener esperanzas en este representativo nacional.
Toda esa algarabía se esfumó como llegó, así de fácil, así de rápido, así de efímero, cuando el Tricolor perdió ante la Argentina de Messi, más allá de que se presentó un equipo aguerrido y que le plantó resistencia a la albiceleste, al final, no alcanzó para más.
¿Entonces, qué sucedió?
Lo de siempre, lo que ha aquejado a este grupo encabezado por Gerardo Martino en los últimos años, este equipo no tiene poder al frente, no tiene un sistema efectivo y sólo le alcanza –desde hace dos años–, para hacer juegos con mucha determinación y carácter –conste que no goles–, y claro que con eso no alcanza para trascender en una competencia y menos una como el Mundial
Por supuesto que Gerardo Martino es el primer responsable de los resultados negativos de este equipo, pues él elige a los jugadores, estando allí precisamente el problema de este combinado, jugadores con muy bajo nivel futbolístico.
Lo he venido diciendo desde siempre, sin jugadores que vivan un buen momento, de calidad, de nivel, de vena… no hay sistema que funcione, no hay más.
Tata ha confiado de más en jugadores que desde hace mucho no andan bien, ha relegado a los que vivían buenos momentos con sus equipos, argumentado el proceso, mismo que hace dos años dejó de ser funcional.
Por ejemplo, ante Argentina, nunca entendimos el porqué de dejar a Edson Álvarez fuera del partido, el mediocampista aparte de ser un referente en su equipo el Ajax de Amsterdam, es en la actualidad el mejor medio de contención mexicano, en cambio le dio juego a un Érik Gutiérrez, que acumula muy pocos minutos de actividad con el PSV. Sacó al mejor jugador mexicano en el extranjero, Hirving Lozano, para meter a Roberto Alvarado, quien con Selección Mexicana nunca ha tenido una actuación destacada, prefirió a un desencanchado Raúl Jiménez que a un Henry Martín en su mejor momento .
Además, copó la media cancha con gente como Andrés Guardado y Héctor Herrera, quienes visiblemente se cansaron y dejaron de pesar a los 20 ó 30 minutos del encuentro.
La propuesta de Martino fue netamente defensiva y le estaba saliendo, pero cuando tienes en frente al –para muchos– mejor jugador del planeta, el guion del juego en cualquier momento iba a cambiar, como así sucedió: el que poco aspira, poco obtiene.
Si bien el Tricolor, matemáticamente tiene posibilidades de avanzar a octavos de final, futbolísticamente se ve muy difícil. Este equipo no hace goles –tiene poco más de 180 minutos sin anotar–; en dos partidos, nada de nada. Así será muy complicado ganar a un combinado árabe que juega igual de aguerrido, pero que hace goles, la pequeña gran diferencia.
La eliminación del Tricolor en fase de grupos no me sorprendería, es más, por lo ya explicado la sorpresa sería avanzar, por lo que es momento de que los directivos del futbol mexicano, comiencen a definir el plan B, porque pase lo que pase, la era Martino y la de muchos jugadores en el Tricolor, claramente, ha llegado a su final.