Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava
Hace algunos días el presidente de México sostuvo que se reformará nuevamente la Constitución.
Para ello, requiere de un procedimiento extraordinario, no es tan sencillo como cuando se reforma una ley; a esto se le denomina “principio de rigidez constitucional”, precisamente para que no sufra tantas modificaciones, al ser el documento más importante de un Estado de derecho.
La propuesta atiende a revertir la reforma del sistema de pensiones en México que se modificó en el gobierno del presidente Ernesto Zedillo.
Adicionalmente, plantea como un principio constitucional que el salario mínimo no se incremente por debajo de la inflación.
Con estas dos propuestas bien que se puede sostener ese refrán de “matar dos pájaros de una pedrada”.
Y es que, con este planteamiento, esta administración pública federal queda bien con los que necesita estarlo.
En principio lo hace con los votantes, con la mayoría de la población a la que con el devenir del día a día le resulta imposible enterarse de los problemas a nivel nacional.
Ya bastante tenemos con los problemas de cada uno como para considerar los nacionales, que en muchas de las ocasiones no entendemos y en otras preferimos la indiferencia.
Ante ello, a lo lejos se escuchan muy bien esas propuestas, de las cuales se conoce solamente por el discurso, no en un texto en donde se motive y funde correctamente dicha iniciativa constitucional.
Finalmente, con esa propuesta presidencial para modificar la Constitución, la mayoría asumimos que nos está reconociendo un derecho que en muchas de las ocasiones fue desestimado.
Pero, por otro lado, también con este par de propuestas la administración pública federal quedará bien con otros que son los más importantes en estos momentos, pues es con quienes se han agudizado los problemas.
Nos referimos a los vecinos del norte, que han acudido ya un sinnúmero de ocasiones al Palacio Nacional a dialogar respecto a los problemas que nos atañen, tal es el caso del problema agudo que se tiene con la migración.
Asimismo, lo han hecho para abordar el problema del narcotráfico y la inseguridad pública con que se vive en este país, que están teniendo graves repercusiones en las propias políticas públicas de los norteamericanos.
Por ello es que, para quedar bien, qué mejor que cumplir las promesas a veces no escritas que establece el tratado actual de libre comercio con ellos, el denominado T-MEC, que entró en vigor a partir del 1º. de julio de 2020.
Y si se le da el cumplimiento respectivo por parte del gobierno federal mexicano, desde luego que es una medalla a favor de esta administración.
Como se ha visto a partir de que entró en vigor ese tratado de libre comercio, las políticas públicas del país han sido las encaminadas a implementar una serie de reformas laborales.
Esto, más que nada para desestimular que las empresas norteamericanas incrementen la subcontratación de servicios en México.
La mejor prueba de esto es el discurso del presidente de Estados Unidos de América, el 29 de enero de 2020, al cual se le ha estado dando cabal cumplimiento con las políticas públicas mexicanas.
Entre el discurso, se puede resaltar, lo siguiente: “El término Tratado de Libre Comercio de América del Norte tiene una connotación negativa en Estados Unidos porque fue un acuerdo terrible…
“Hemos perdido más de una cuarta parte de nuestros empleos en la industria desde que se aprobó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y hemos perdido 60 mil fábricas desde que China se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001…
“Hoy, finalmente estamos terminando la pesadilla del TLCAN… Se ha reemplazado un desastroso acuerdo comercial que recompensó la subcontratación con un acuerdo comercial verdaderamente justo y recíproco que mantendrá empleos, riqueza y crecimiento aquí mismo en Estados Unidos… Este es el acuerdo comercial más importante que ha firmado mi administración.”
Así, la reforma constitucional que se pretende implementar en el país lleva dos objetivos muy claros: el primero es que la generalidad de la población se vea protegida en esta administración.
Y, principalmente, el segundo: seguir las políticas implementadas en el T-MEC, que está transformando verdaderamente a México, tal y como sucedió con el tratado de libre comercio en el lejano 1994. El tiempo dará la razón.