Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava parmenasradio.org
¿Hasta dónde será el límite del ambientalismo de vitrina?, aquél que se ha ensañado con las corridas de toros y como consecuencia se prohíben por todo el país, bajo el afán de hacer efectivo el derecho al medio ambiente sano, previsto en el artículo 4 constitucional.
El Poder Judicial federal, últimamente tan desprestigiado, con tal de no sumar “una raya más al tigre” (su desprestigio), prefiere otorgar la suspensión de la fiesta brava con cualquier facilidad, que ya quisiera lo mismo el quejoso que está apremiado con un embargo inconstitucional de las autoridades fiscales, aquél que está afectado con la clausura municipal indebida de su negociación, o bien, aquél otro que ve cómo con las revisiones de comercio exterior, injustas y arbitrarias, se llevan su mercancía bajo cualquier pretexto. Pero no se hable de las corridas de toros, porque para eso están prestas las suspensiones provisionales y definitivas en los juicios de amparo.
Ya las suspensiones de las corridas de toros pasarán a la historia, desaparecerán las ganaderías y se convertirán en campos de golf, desarrollos inmobiliarios o bien agroindustrias, las plazas se volverán foros de conciertos de artistas de “quinto pelo” y los toros de lidia, aquellos que son bravos por naturaleza, pues ya habrá forma de domesticarlos o usarlos para las empresas transnacionales de comida rápida.
El problema no queda allí, también se involucran algunos políticos que, ante la ausencia de ideas claras, se convierten en taurófobos, para sacar la cabeza del anonimato, o bien, los miembros del partido ambientalista, que cuidan a los animales, pero insisten en proponer la pena de muerte para ciertos delitos, lo cual sale de cualquier tipo de coherencia.
Pero, el problema principal será el límite en estas medidas. Mañana serán las peleas de gallos, que esas paradójicamente, por hoy, no las tocan, porque incluso estos ambientalistas suelen acudir a los conciertos en esos recintos, no obstante, tarde o temprano serán el siguiente paso y, a pesar de que hay penosas peleas de perros clandestinas, de esas ni se dan por enterados.
Así se seguirán con la charrería, el deporte mexicano por excelencia, después con los zoológicos, lo mismo que sucedió con los circos que, con la ausencia de animales, es un hecho notorio que prácticamente han des- parecido o ¿a qué padre de familia le interesa llevar actualmente a sus hijos de uno a ocho años al circo?
El problema es más profundo: ¿cuál es el límite a estos ambientalistas?, ¿quién limitará sus ímpetus del ambientalismo de vitrina? Está visto que, por el momento, el Poder Judicial no lo hará, no obstante que en la actual teoría del derecho y del Estado Constitucionalista de Derecho es su papel, pero hoy está más preocupado por su legitimidad, aunque en parte esa decisión es esencial para ello.
Efectivamente, el problema es ese límite, de seguir así: ¿será que llegaremos a que se prohíba la carne de res o de cualquier animal para el alimento humano?, ¿no será que se están usando a los ambientalistas de vitrina y a los políticos de ocasión por las grandes empresas, que están comercializando en algunas partes de Europa carne artificial?
Por ende, estas medidas no tienen nada que ver con el ambientalismo y la protección de los animales, sino que atrás hay una razón económica, como todo lo que está sucediendo en la actualidad en la humanidad. Ya lo ha enfatizado el profesor Jordi Pigem: “Por arte de magia, hemos insertado la sociedad en la economía, en vez de la economía en la sociedad” (Buena crisis, editorial Kairos, Madrid, 2009). Además, tanto que se habla de tolerancia y estas son medidas exactamente contrarias a ello, tal y como lo sostiene el filósofo español Fernando Savater: “En una sociedad abierta y pluralista, por tanto laica y no sometida a rigideces teóricas, las leyes no deben pretender zanjar las divergencias morales de los ciudadanos sino crear un ámbito en el que puedan convivir todas sin humillación de nadie. O sea, lo contrario de lo que ocurrió cuando el Parlamento cata- lán prohibió las corridas de toros, convirtiendo en obligatoria la opción moral de una parte de la ciudadanía contra la de los demás. Bienvenidos a la tolerancia” (SAVATER, Fernando. ¡No te Prives! Defensa de la Ciudadanía.
Editorial Ariel, México, 2014). Indudablemente que todas estas medidas, por hoy, son simple ambientalismo de vitrina, para darse a conocer una organización civil, algún político gris, un partido ambientalista que no tiene las ideas claras, como apelar por la pena de muerte, y por estas otras medidas algún juez, que no quiere reflectores de su trabajo jurídico, etcétera, se está conformando un ambiente cada día mas intolerante en nuestra sociedad, contrario a los principios de derecho actuales, pero sobre todo y lo más preocupante es: ¿cuál será el límite de estas medidas emblemáticas ambientalistas?
Hoy es la tauromaquia, mañana, ¿qué se prohibirá?