Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava
Menos impuestos y más desregulación implican más libertad para las grandes
empresas que están arruinando a los granjeros y campesinos empobrecidos;
menos intervención estatal significa menos ayuda federal
para los pequeños empresarios agrícolas
Daniel Innerarit
Si nos ponemos a contabilizar cuántas empresas mexicanas, llámese industrias, talleres, maquiladoras, pequeños negocios que se dedicaban a producir alguna mercancía, insumo, materia prima, cerraron en los últimos seis años, no por la pandemia, ni por la competencia de las grandes empresas monopolicas, sino simplemente por el contrabando de productos provenientes de Asia es impresionante el número.
La consecuencia de esta gran permisión de importar a diestra y siniestra estos productos, se debe a que no se hizo absolutamente nada respecto al combate al contrabando.
Para sacar las cifras de las empresas que han cerrado por esta razón, es suficiente acudir al propio SAT, para verificar cuántas están liquidadas.
Acudir a las oficinas de las cámaras empresariales para constatar que se han adelgazado esas organizaciones es otra forma de constar lo que está sucediendo, lo que ha aumentado son las empresas importadoras “de lo que sea”, provenientes de China, todo porque no hay persecución de estos productos de procedencia extranjera.
Menos aún hay la voluntad de la protección a la producción nacional. Hay desempleo cosa que no fue de importancia en la administración pública federal anterior, porque el objetivo principal no era fomentar el empleo, o crear fuentes de trabajo, ni promover y capacitar más empleados, sino simplemente, era crear consumidores.
Aunque la creación de los consumidores sea de forma “artificial”, como está siendo a través de la constitución de las pensiones de todo tipo.
Así, el contrabando hizo lo que quiso en los últimos seis años en México. La consecuencia ya está en el horizonte cercano, se trata de la reacción del próximo presidente de los Estados Unidos de América y, sorprendentemente, el que reclama es un extranjero, no el empresariado mexicano afectado y alicaído.
Desde el exterior, se pone el grito en el cielo asumiendo que México es quien permite que entre al continente americano, un sinnúmero de productos chinos.
Y es que, las políticas públicas que se implementaron para verificar la legal estancia de la mercancía de procedencia extranjera fueron todo un fracaso.
Las autoridades que debían de controlar la entrada de la mercancía en México son las aduanas, pero hay que recordar que éstas se fueron militarizando, hasta que se deslindaron del SAT y en el año de 2022, se creó la agencia nacional de aduanas de México, a cargo, de personal de la marina.
La respuesta es clara, por más capacitados y honrados que sean los marinos, el problema no es de nada más de honradez, es de conocimiento y experiencia, sobre un tema sumamente técnico, como lo es el comercio exterior, aranceles, restricciones y regulaciones no arancelarias, certificaciones de las empresas de exportación, regimenes aduanales.
No es nada sencillo conocer sobre ese tema, se necesita de mucho tiempo de experiencia para saber que está sucediendo en las aduanas. Es una materia tan técnica que, se puede importar una jirafa y, pasar alegremente por la aduana y, la autoridad aduanera, no se entera de qué tipo de mercancía se importó.
El otro problema es que, se creó esa agencia nacional de aduanas jurídicamente muy mal constituida. La consecuencia es evidente, ya hay sentencias de los tribunales que determinan la inconstitucionalidad de dicha autoridad aduanera y de paso, de todas sus actuaciones.
Es más, no es de extrañarse que, en las revisiones que se hicieron en la ciudad de México últimamente a productos chinos, no haya acudido personal de la aduana, pues en los medios de comunicación no se hace mención de su intervención.
De haber intervenido en ese procedimiento de revisión de mercancías de procedencia extranjera provocaría una clara inconstitucionalidad de esas acciones.
Sin embargo, las penas no acaban allí, al SAT se le amarraron las manos para perseguir este contrabando, al quitar el control de las aduanas, al personal experimentado y capacitado y de paso, la administración general de comercio exterior perteneciente al SAT, se puso a revisar impuestos internos y se olvido de hacer revisiones de comercio exterior.
Al grado de que en los últimos tiempos realizó una serie de revisiones a contribuyentes sobre el correcto cumplimiento del impuesto sobre la renta, o bien, revocando sellos digitales.
Se dedicaron a revisar mercancía de procedencia extranjera, cuando es función exclusiva de la federación, y lo que sucedió es que, muchas de sus revisiones fueron simplemente usadas como revanchas políticas.
En fin, la reacción ya se dio simbólicamente en el centro histórico de la ciudad de México con las revisiones de mercancías de procedencia extranjera, pero esto no soluciona nada, el problema es de fondo y estructural, que es lo que no se han dedicado a resolver tampoco, en los últimos seis años.