Dr. José Manuel Nieto Jalil
Desde el inicio de la humanidad, el cielo ha sido una fuente inagotable de asombro y curiosidad. Los astros que iluminan las noches han guiado el curso de civilizaciones enteras, inspirando mitos que explicaban los fenómenos celestes, religiones que conectaban lo divino con el firmamento, y eventualmente, ciencias que se aventuraron a descifrar los misterios más profundos de la existencia.
En las arenas de Egipto, los sacerdotes-astrónomos observaron con precisión el movimiento de las estrellas para predecir las crecidas del Nilo, mientras que en la antigua Mesopotamia, los babilonios trazaron las primeras tablas astronómicas que revelaron patrones cÃclicos en los cielos. El griego Hiparco, en el siglo II a.C., desarrolló un catálogo estelar que contenÃa más de 850 estrellas, sentando las bases de la astronomÃa cientÃfica, mientras que siglos después, Ptolomeo compiló su célebre obra Almagesto, un tratado que dominarÃa el pensamiento astronómico durante más de mil años. En el mundo islámico, figuras como Al-Battani y Al-Tusi refinaron los modelos planetarios, preservando y expandiendo el conocimiento clásico durante la Edad Media.Â
Estos pioneros, junto con muchas otras mentes brillantes, no sólo transformaron nuestra comprensión del cosmos, sino que también influyeron en múltiples aspectos de la vida cotidiana: desde la navegación marÃtima que permitió explorar nuevos mundos hasta el desarrollo de calendarios que regularon las actividades humanas. Con el tiempo, la astronomÃa se convirtió en una disciplina que no sólo exploraba el cielo, sino que también transformaba nuestra percepción del mundo.
El invento del telescopio en el siglo XVII marcó un punto de inflexión, permitiendo a cientÃficos como Galileo Galilei descubrir los satélites de Júpiter y los anillos de Saturno, hallazgos que desafiaron las concepciones geocéntricas de la época.Â
Hoy, los telescopios modernos, ubicados en lugares remotos y cuidadosamente seleccionados, como el desierto de Atacama, amplÃan esta herencia milenaria.
Estas herramientas nos permiten explorar regiones del Universo inimaginables, respondiendo preguntas fundamentales sobre nuestro origen, nuestra posición en el cosmos y nuestro destino como especie.
El Observatorio Paranal, ubicado en el desierto de Atacama en Chile, representa uno de los ejemplos más extraordinarios de esta búsqueda del conocimiento.
Estas condiciones únicas han permitido a los cientÃficos mirar profundamente en el cosmos y desentrañar algunos de sus misterios más fundamentales. Este sitio, con sus cielos despejados y sin contaminación lumÃnica, ha sido instrumental en descubrimientos como la primera imagen de un planeta fuera del Sistema Solar y la confirmación de que la expansión del Universo se está acelerando. Sin embargo, esta ventana al cosmos está en peligro debido a la creciente amenaza de proyectos industriales que comprometen la pureza de los cielos nocturnos. La protección de estos entornos únicos no es sólo una cuestión cientÃfica, sino un compromiso con el legado de la humanidad y su capacidad para descubrir lo que hay más allá.
Entre sus logros se encuentra la obtención de la primera imagen directa de un planeta fuera del Sistema Solar, un momento histórico que marcó el inicio de una nueva era en la búsqueda de exoplanetas. Además, Paranal ha sido crucial en la confirmación de que el Universo se está expandiendo a un ritmo acelerado, un descubrimiento que cambió nuestra comprensión de la cosmologÃa moderna.Â
Operado por el Observatorio Europeo Austral (ESO), esta instalación no sólo ha contribuido al avance de la ciencia, sino que también ha fomentado la colaboración internacional, reuniendo a cientÃficos de todo el mundo en un esfuerzo conjunto por comprender los secretos del cosmos. Desde su inauguración en 1999, Paranal ha sido testigo de descubrimientos revolucionarios, como el estudio detallado de agujeros negros supermasivos, incluidos aquellos que residen en el corazón de nuestra galaxia, la VÃa Láctea. Estos avances no sólo han expandido nuestro conocimiento cientÃfico, sino que también han inspirado a generaciones de astrónomos y entusiastas a mirar hacia las estrellas con renovado asombro.
Sin embargo, este baluarte del conocimiento enfrenta una amenaza crÃtica que podrÃa comprometer su misión. Un megaproyecto industrial liderado por AES Andes, una subsidiaria de la empresa estadounidense AES Corporation, planea instalarse a una distancia de tan solo 5 a 11 kilómetros del observatorio. Este complejo, que abarcará más de 3,000 hectáreas, incluye la construcción de plantas para la producción de amonÃaco e hidrógeno, un puerto y miles de unidades de generación de electricidad. Aunque estos desarrollos industriales son esenciales para satisfacer las crecientes demandas energéticas y promover tecnologÃas más sostenibles, su proximidad al Observatorio Paranal plantea serias preocupaciones.
El impacto de este megaproyecto no se limita al ámbito local; las consecuencias podrÃan repercutir en toda la comunidad cientÃfica global. La contaminación lumÃnica generada por las instalaciones alterarÃa la oscuridad de los cielos nocturnos, reduciendo la sensibilidad de los telescopios y dificultando la observación de objetos tenues y lejanos.
Además, las emisiones de polvo durante la construcción y las operaciones industriales podrÃan afectar la calidad de las imágenes astronómicas, mientras que el aumento de la turbulencia atmosférica comprometerÃa la estabilidad de las observaciones. En conjunto, estos factores representan un desafÃo sin precedentes para un observatorio que ha atraÃdo inversiones multimillonarias y que es considerado un recurso invaluable para la humanidad.
La amenaza que enfrenta Paranal no es sólo un problema cientÃfico; es un llamado a reflexionar sobre cómo equilibramos las necesidades del desarrollo humano con la preservación de los recursos naturales y culturales únicos. La protección de sitios como el desierto de Atacama no es solo una cuestión de interés local o regional, sino una responsabilidad global. Paranal es más que un observatorio: es un legado de nuestra capacidad colectiva para mirar más allá de nuestras limitaciones y aspirar a comprender el universo. Su defensa es un compromiso con el futuro, no solo de la astronomÃa, sino de nuestra habilidad como especie para armonizar progreso y sostenibilidad.
Chile, y particularmente el desierto de Atacama, es un laboratorio natural insustituible para la astronomÃa. La combinación de estabilidad atmosférica, altitud y cielos oscuros ha convertido a este paÃs en el epicentro de la investigación astronómica mundial. Los avances logrados en Paranal no sólo benefician a la comunidad cientÃfica, sino que también contribuyen al conocimiento global sobre la formación de estrellas, galaxias y la búsqueda de planetas habitables.
En paralelo el ELT (Extremely Large Telescope o Telescopio Extremadamente Grande) es un telescopio astronómico en construcción con su espejo primario de 39 metros que se convertirá en el telescopio óptico e infrarrojo más grande del mundo cuando entre en operación. Está siendo desarrollado y será operado por el Observatorio Europeo Austral (ESO) y se ubicará en el Cerro Armazones, cerca del Observatorio Paranal, en el desierto de Atacama, Chile. Este telescopio, abordará preguntas fundamentales sobre el Universo, desde la naturaleza de la materia oscura hasta la posible existencia de vida en otros planetas. Sin embargo, el megaproyecto industrial de AES Andes amenaza con comprometer estos avances cientÃficos.Â
La contaminación lumÃnica, las emisiones de polvo y la turbulencia atmosférica derivadas de su construcción y operación afectarÃan las condiciones excepcionales que hacen de esta región un lugar privilegiado para la observación astronómica. Además, el proyecto pone en peligro no sólo el progreso de iniciativas como el ELT y el Observatorio Paranal, sino también el patrimonio natural de Chile, cuyos cielos despejados son esenciales para la exploración del cosmos y representan un recurso invaluable para toda la humanidad.
Frente a esta situación, los astrónomos del Observatorio Europeo Austral (ESO), respaldados por la comunidad cientÃfica internacional, han instado a considerar alternativas que preserven la integridad de los cielos de Paranal. Proponen la reubicación del megaproyecto industrial de AES Andes como una solución viable que permita equilibrar el desarrollo industrial con la protección de este recurso invaluable.