Por: Adolfo Flores Fragoso/ [email protected]
Salvo una mujer que siempre “corrige” con gritos a sus hijos, el resto de mi vecindario tiene la característica de ser muy tranquilo.
Sin embargo, en el peor momento del confinamiento, escuché griteríos anormales entre los inquilinos: “¡Olvidé el cubrebocas, carajo: tráemelo!”, “¡Apúrate a abrir el portón!”, “¡Sal tú; yo no me voy a exponer!” Desde hace muchos años, he participado en campañas donde promueven el cuidado de la salud mental de los mexicanos.
La recomendación es visitar anualmente al psiquiatra, psicoanalista o psicólogo como, quienes pueden, lo hacen con su odontólogo, por ejemplo. Atenderse con verdaderos expertos pues, y no me disculpo, no creo en los libros de “autoayuda”.
Desafortunadamente, persiste el cliché de que la consulta psiquiátrica sólo lo hacen quienes están “locos”. Vaya barbaridad e ignorancia. Pero bueno, ese es otro tema. He leído cifras de cómo se ha incrementado la población mexicana con estrés y depresión durante la pandemia. Números dispares pero, creo, muy cercanos a la realidad.
Acabo de leer también un artículo de la académica y periodista cultural, Allison Morehead, donde propone que “podríamos recurrir a las artes para calmarnos en tiempos de crisis y estrés.” Y aporta: “la historia ha demostrado que el arte puede ayudarnos a expresar o enfrentar emociones difíciles, incluidas las derivadas de nuestras experiencias de enfermedad”.
Y tiene razón. Mordazmente pone como posibilidad de desahogo para nuestros “males” a ‘El Grito’, obra del artista noruego Edvard Munch.
‘El Grito’ demuestra la necesidad constante de un lenguaje visual común para comunicarnos, escribe Allison, y hacer frente a lo que muchos más temen: la vulnerabilidad compartida de tener un cuerpo que podría enfermarse, sufrir y morir.
Transcribo: “La combinación de la boca abierta, los ojos bien abiertos y las dos manos levantadas hasta las mejillas se ha convertido en un significante casi universal de conmoción y miedo existencial.” Lo cierto es que ‘El Grito’ representa hoy nuestras ansiedades ante la enfermedad y la muerte, ante la recesión económica, ante un colapso social que se agrava.
Por eso, ‘El Grito’ circula “viralizado” hoy en la internet. Véanlo. Escribo este texto mientras escucho también una exposición de la matemática Natalia Mantilla (Facultad de Ciencias-UNAM).
Sus modelos basados en ecuaciones estadísticas (de probabilidad y de matemáticas, que son dos temas diferentes) advierten que el amortiguamiento de infectados, y que está disminuyendo en México, por cierto (con datos demográficos de por medio), se dará para dentro de cinco o diez años, siempre y cuando los mexicanos nos cuidemos personalmente a nivel extremo. Nada a corto plazo, con base en un estudio matemático cautelar.
Es una responsabilidad personal. Responsabilidad ciudadana. Nada que ver con el gobierno, de cualquier color. La responsabilidad es que te cuides tú: así de simple, así de sencillo. Debemos cuidarnos para sobrevivir, por lo menos, para ir al “grito” de septiembre del año próximo.