¿Sigue valiendo la pena conmemorar la Constitución?
Se ha pasado de una sociedad de productores (donde los beneficios procedían principalmente de la explotación de la mano de obra asalariada) a una sociedad de consumidores (donde los beneficios proceden principalmente de la explotación de los deseos de los consumidores
Zygmunt Bauman
A partir del gobierno de la presidencia de Vicente Fox se implementaron los puentes largos, en donde en lugar de festejar el día que corresponde a una histórica fecha, se cambia para el lunes de esa semana. Resulta que esto beneficia el consumo, pues las personas tienen más días de esparcimiento, vacaciones, pero, particularmente, tiempo para consumir, que es el propósito actual del capitalismo: consumir.
Deseamos consumidores, no productores, dijera el sociólogo Zygmunt
Bauman.
Pero, el problema que se generó con los puentes largos es que las nuevas generaciones fueron perdiendo la idea de lo que se festeja o conmemora con esos días inhábiles.
Hay que recordar que esos días inhábiles se implementan debido a que las naciones requerían crear una historia monumental; es decir, una historia que fuera la que una a esa sociedad de esa nación, en donde se puedan identificar unos con otros.
Por eso, para crear esta identidad nacional, se requiere de historias monumentales y, por ende, de días inhábiles para festejar esas fechas.
Pero como ahora ya no interesa forjar una misma identidad nacional, sino un ciudadano global, las fechas, si bien siguen allí, es necesario que estos ciudadanos sean consumidores y, lo que es más, se olviden de la historia propia de su nación. Actualmente necesitamos que todos piensen y consuman lo mismo, desde lo que visten hasta lo que comen y, desde luego, que todos tengan los mismos hábitos de consumo.
Atendiendo a ello es que una gran parte de la población –sobre todo la más joven– confunde el Día de la Constitución, que, de paso, no sabe a ciencia cierta cuál es, con el Día de la Candelaria para la Iglesia Católica, pero para la generalidad es el día de los tamales. Ese día sí es muy claro que es el 2 de febrero.
Algunos otros sí reconocen que el 5 de febrero es el Día de la Constitución; que se promulgó la Constitución ese día, con el fin de forjar la nación. En esos tiempos del siglo XIX, cuando la gran mayoría de la población era católica, pues qué mejor que el día 5 de febrero, que se celebra al primer santo mexicano, que fue San Felipe de Jesús, que incluso vivió algún tiempo en la ciudad de Puebla.
Por ello, para forjar esa identidad con la Constitución, era necesario promulgarla en una fecha que empatara con las costumbres y tradiciones de la población.
Pero si bien otra gran cantidad de población tiene conocimiento de que el 5 de febrero es el Día de la Constitución, el problema esencial es, ¿para qué se conmemora la Constitución?
Y esa sí es una pregunta más profunda. Es decir, ¿sigue valiendo la pena el puente de la Constitución?; ¿sigue valiendo la pena conmemorar la Constitución?
¿Cuántas naciones conmemoran su Constitución? ¿Es igual de importante conmemorar la Constitución que el día de la Independencia?
Esas preguntas son las que vale la pena hacerse en la actual postmodernidad.
Nuestra Constitución, en sentido estricto jurídicamente, sigue siendo la misma que la Constitución de 1857, pues en el año de 1917 lo que sucedió fue que se reformó, pues se hace mención al inicio de la Constitución de 1917 que es un decreto que reforma la Constitución de 1857.
En los últimos cuatro meses, es decir del 15 de septiembre de 2024 al 17 de enero de 2025, se han publicado 14 decretos de reformas constitucionales, algo nunca visto; una serie de reformas que no necesariamente son 14 reformas constitucionales, sino que dentro de cada decreto hay un sinnúmero de reformas, de todas las materias, de todo tipo, por lo cual se vendrán en este año de 2025, a decir de la propia Cámara de Senadores, aproximadamente 300 leyes.
Todas esas reformas constitucionales, y luego las reformas legales que le seguirán, son una muestra de que la identidad de la Constitución de 1857 no es lo mismo de lo que sucede hoy.
La identidad nacional se ha desintegrado; hoy es lo que menos existe, por más esfuerzo que se hace. Incluso, actualmente, desde la Presidencia de la República, muchas de las políticas que se han implementado a nivel mundial hacen que se vayan desintegrando las identidades de las naciones.
Por ello es que si se pregunta a cualquiera: ¿es realmente trascendente festejar la Constitución?, o, lo que es lo mismo: ¿sigue valiendo la pena el puente constitucional?, o bien, hemos rebajado la importancia y trascendencia de la Constitución, que la pregunta sería: ¿es el día de los tamales o de la Constitución?