Elías Aguilar García / @Elyas_Aguilar
A Donald Trump se le repiten algunos rasgos importantes del escenario preelectoral que se le presentó en 2016 y que, contra todos los pronósticos, en el último momento y con el sistema electoral estadounidense, el voto estatal le ganó a la preferencia popular y llegó a la Casa Blanca. Veamos los tres más relevantes.
En primer lugar, en su propósito para reelegirse para un segundo periodo como presidente de nuestro vecino del norte, el panorama le es adverso por el momento. Las encuestas que se han publicado dan a Biden, en promedio, na preferencia del 48.8% contra 39.6% de Trump, una distancia de 9 puntos porcentuales.
La desventaja de Trump en la preferencia del electorado fue constante durante la campaña para la elección del 2016. La mayoría de encuestas le daban la ventaja a Hillary Clinton: hasta un día antes de la elección, señalaban un promedio de preferencia a favor de ella del 48.3% contra 45.5% de él, una ventaja de 2.8%.
El resultado electoral fue la victoria de Hillary de 47.8% sobre 47.3% de Trump. El margen de error promedio de las encuestas es de 1.15%; es decir, la preferencia electoral de cada uno de los candidatos varió en un intervalo de +/-1.15%, lo cual se puede considerar como un margen de error esperado normal, pues no se rebasaron los intervalos establecidos en las encuestas.
¿Qué fue lo que pasó para que quien llegó a la Oficina Oval fuera Trump? Ese es el segundo elemento a observar a continuación.
Estados Unidos tiene un sistema electoral indirecto, donde cada uno de los 50 estados tienen un número de votos electorales determinado. Así, se van sumando los votos electorales de cada estado hasta completar los 538 que representan los 50.
Ese es el gran as bajo la manga: en la elección del 2016, Donald Trump logró 306 votos electorales y Hillary Clinton quedó muy lejos, con 232.
Ocurrió que, de los 50 estados, en 47 los resultados se dieron tal como se estimó con las encuestas previas a la elección. En otras palabras, los estudios electorales registraron márgenes de error menores a los esperados, y resultó ganador quien se esperaba lo fuera, con excepción de tres estados: Michigan, Pennsylvania y Wisconsin.
Estas tres entidades, que forman parte de los estados “llaves” por la relevancia que tienen en definir el resultado de la elección presidencial, fueron las que inclinaron la balanza hacia el candidato republicano, dándole la Casa Blanca a pesar de que en el voto popular perdió ante Hillary Clinton.
¿Puede ganar Trump la elección del próximo 6 de noviembre? Por supuesto que puede, pero hay un tercer y último elemento a detallar: la situación es mucho más adversa para su causa, en comparación a la que tuvo en 2016.
Así lo indican las preferencias electorales de los 12 estados “llaves” que tienen particular peso en la definición de la presidencia estadounidense, 10 reportan alguna ventaja a favor de Joe Biden, candidato demócrata y sólo en dos, Trump registra una ventaja de 1%. Se vislumbra mejor así: A pesar de que esta diferencia se ve abrumadora, nada está definido en la elección presidencial.
Las preferencias favorecen al candidato demócrata con mayor diferencia en comparación con 2016.
Sin embargo, por la forma en que funciona el sistema electoral estadounidense, Trump aún tiene posibilidades de ganar, aunque el voto popular no le favorezca. Se antoja difícil, pero ya se verá si en esta ocasión las redes sociales lo favorecen.
Fuentes consultadas:
Encuestas nacionales: https://n9.cl/ahj6
Encuestas estatales: https://n9.cl/pm7a