Elías Aguilar García / @Elyas_Aguilar
El caso Lozoya, que se esperaba como el gran asunto que destaparía la cloaca de corrupción de los gobiernos de PRI y PAN y que permitiría a la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador cambiar la agenda pública del país en su favor, no “prende”. Está en portadas de periódicos, en noticieros, pero no “bajó” a los ciudadanos como usted y yo.
Eso no lo descarta, sin embargo, como un expediente que pueda cocinarse a fuego lento y convertirse, en 2021, año de elecciones que le indican al presidente la opinión de los mexicanos sobre su gestión, como una fuente de historias de corrupción y excesos, plasmadas en spots que favorezcan a los candidatos de Morena y puedan conservar la mayoría en el Congreso de la Unión.
Pero, vamos por partes. Primero, nuestro asunto principal: el tema Lozoya no tiene resonancia en los ciudadanos “de a pie”.Una encuesta telefónica realizada por Indicadores SC entre 300 electores de la ciudad de México muestra, por un lado, un mediano conocimiento del tema, pues un 43% de los entrevistados están enterados del proceso que se le sigue al ex director de Pemex, mientras que el 57%, es decir la mayoría, no está al tanto.
La encuesta realizada entre el 14 y 15 de agosto con entrevistas en electores con teléfonos fijos y celulares también señala poco interés hasta el momento. Un 34% de los entrevistados manifiesta que la información sobre el ex director de Pemex la sigue poco, 27% nada, un 23% algo y 16% mucho. Dicho de otra forma, un 61% de los capitalinos sigue poco o nada las noticias del tema, sintomático del escaso interés generado por el proceso.
El proceso en contra de Lozoya requiere legitimidad para convertirse en un tema importante en la agenda pública, en los temas de conversación del ciudadano normal, es decir no de los opinadores o de los políticos.
Hasta el momento un 48% lo percibe como un asunto con fines políticos-electorales, más que un caso legítimo resultado de un proceso judicial imparcial con un 13%, entre otras respuestas.
Además, los asuntos de corrupción no figuran como un problema en la vida cotidiana de los electores, cuando piensan en problemas que valen la pena resolver los mexicanos piensan principalmente en la economía, la inseguridad y el COVID-19, pero no por los temas de corrupción. Cuando piensan en los problemas del país un 46% menciona la economía y empleo, 27% la inseguridad, y 13% el covid 19; cuando reflexionan sobre las dificultades de la ciudad 39% nombra la economía, 28% la inseguridad, 13% el covid 19, 11% servicios públicos entre otras menciones; en el caso de la colonia un 32% señala a los servicios públicos, 30% la inseguridad, 19% la economía y 17% el COVID-19.
Las necesidades de los electores han cambiado a partir de la actual contingencia sanitaria hacia los asuntos de economía y empleo. El confinamiento y el paro económico que implicaron estos cinco meses derivó en la pérdida de más de un millón de empleos formales, que sumados a los empleos informales perdidos, lleva los votantes a pensar en sus necesidades básicas de sobrevivencia.
Por eso, el caso Lozoya debe de verse como el tema que, una vez superada la contingencia será fuente de historias de corrupción que alimentarán los mensajes en medios tradicionales y digitales para favorecer a los candidatos de Morena.
Y, lo que más puede pernear en los ciudadanos: los videos, como el viralizado ayer, que involucran a actores políticos del PAN, PRI y PRD en detalles que construyen la historia de corrupción.
Hay que seguir la evolución del asunto y cómo se convertirá en una razón de voto, pero no en el corto plazo, sino en 2021.