Es Relativo
Lic. Guillermo Pacheco Pulido
En memoria del General de División Mario Ayón Rodríguez
Hay tiempos convulsos que se nutren de nubosidades más oscuras anunciando que seguirán retos, para las personas de nuestro país, surgidos en otros países, como los virus y ahora conflictos bélicos de dimensiones mundiales.
Todo eso y más hace vivir en pánico a la población.
Sin embargo, nuestro país ha vivido ya épocas con, eso sí, más riesgos y hemos salido adelante, no solamente porque sí sabemos enfrentarnos a todos esos tiempos y circunstancias, sino además porque somos un país de instituciones.
Revisando nuestra historia, pletórica de ese tipo de acontecimientos, deseo hoy recordar dos hechos que han sido, son y seguirán siendo trascendentales.
Somos un país que escribe y deja claro su porvenir y su pensamiento con dos planes (hay más): uno, el Plan de Ayutla, y el otro, el Plan de Guadalupe.
El de Ayutla da origen a la mayor fortaleza de nuestro país, que es la Constitución de 1857, y el de Guadalupe da origen a la Constitución de 1917 y rumbo a nuestro destino.
Tenemos en este aspecto en el orden jurídico y en el orden social esos dos grandes documentos que, estimo, no los valoramos.
Necesitamos, sin embargo, para alcanzar nuestra plena identidad nacional, que todos y cada una de las personas que integran nuestro país conozcan a fondo y en plenitud esos dos grandes documentos, cuyo contenido busca y anhela el progreso de los mexicanos en todos los órdenes y su plena felicidad y estabilidad.
Ahora bien, la idea de comentar este punto es reiterar que esos dos documentos, la Constitución de 1857 y la de 1917, surgieron del valor de unos mexicanos que amaban a su país, fueron presentados a nuestro pueblo por la visión social de quienes firmaron esos planes, que fueron sólo militares mexicanos.
Honro la memoria de ellos, señalando esos nombres.
En el Plan de Ayutla firmaron:
El Coronel Florencio Villarreal, Comandante en Jefe de las fuerzas reunidas.
Esteban Zambrano, Comandante de Batallón.
José Miguel Indart, Capitán de Granaderos.
Martín Ojendiz, Capitán de Cazadores.
Leandro Rosales, Capitán.
Urbano de los Reyes, Capitán.
José Jijón, Subteniente.
Martín Rosa, Subteniente.
Pedro Bedoya, Subteniente.
Julián Morales, Subteniente.
Dionisio Cruz, Capitán de Auxiliares.
Mariano Terraza, Teniente.
Toribio Zamora, Subteniente.
José Justo Gómez, Subteniente.
Juan Diego, Capitán.
Juan Luesa, Capitán.
Vicente Luna, Capitán.
José Ventura, Subteniente.
Manuel Monblan, Teniente Ayudante de S. S.
Por la clase de Sargentos, Máximo Gómez, Teodoro Nava.
Por la clase de Cabos, Modesto Cortés, Miguel Perea.
Por la clase de Soldados, Agustín Sánchez.
El Capitán Carlos Crespo, Secretario.
En el Plan de Guadalupe, firmaron:
Teniente Coronel Jefe del Estado, J. B. Treviño.
Teniente Coronel del Primer Regimiento “Libres del Norte” Lucio Blanco.
Teniente Coronel del 27° Regimiento “Libres del Norte” Francisco Sánchez Herrera.
Teniente Coronel del 28 Regimiento, Agustín Millán.
Mayor Jefe de “Carabineros de Coahuila”, Cayetano Ramos.
Mayor del Regimiento “Morelos”, Alfredo Ricaut.
Primer Cuerpo Regional, Mayor Pedro Vázquez.
Mayor, Juan Castro.
Mayor Médico, Dr. Ríos Zertuche.
Jefe de la Guardia, Mayor, Aldo Baroni.
Primer Cuerpo Regional, Teniente Coronel, Cesáreo Castro.
Teniente Coronel, A. Portas.
38 Regimiento, Mayor Adalberto Palacios.
Capitán 1°, Santos Dávila Arispe.
Capitán 1°, Ramón Caracas.
Capitán 1°, F. Garza Linares.
Capitán 1°, Felipe Menchaca.
Capitán 1°, Alfredo Breceda.
Capitán 1°, Guadalupe Sánchez.
Capitán 1°, Gustavo Elizondo.
Capitán 1°, F. Méndez Castro.
Capitán 1°, F. J. Múgica.
Capitán 1°, T. Cantú.
Capitán 1°, Rafael Saldaña Galván.
Capitán 2°, Nemesio Calvillo.
Capitán 2°, Armando Garza Linares.
Capitán 2°, Canuto Fernández.
Capitán 2°, Juan Francisco Gutiérrez.
Capitán 2°, Manuel Charles.
Capitán, Rómulo Zertuche.
Teniente, H. T. Pérez.
Teniente, Antonio Villa.
Capitán 2° Carlos Osuna.
Teniente, Manuel M. González.
Capitán 2°, José Cabrera.
Teniente, B. Blanco.
Teniente, Jesús R. Cantú.
Teniente, José de La Garza.
Teniente, Francisco A. Flores.
Teniente, Jesús González Morín.
Teniente, José L. Castro.
Teniente, Alejandro Garza.
Teniente, F. J. Destenave.
Teniente, José N. Gómez.
Teniente, Pedro A. López.
Teniente, Baltasar M. González.
Teniente, Benjamín Garza.
Teniente, Cenovio León.
Teniente, Venancio López.
Teniente, Petronilo A. López.
Teniente, Ruperto Boone.
Teniente, Ramón J. Pérez.
Teniente, Lucio Dávila
Subteniente, Álvaro Rábago.
Subteniente, Luis Reyes.
Subteniente, Luz Menchaca.
Subteniente, Rafael Limón.
Subteniente, Reyes Castañeda.
Subteniente, Francisco Ibarra.
Subteniente, Francisco Aguirre.
Subteniente, Pablo Aguilar.
Subteniente, A. Cantú.
Subteniente, J. Torres.
Subteniente, Jesús Amezcua.
Subteniente, Luis Martínez.
Subteniente, Salomé Hernández.
Debemos, pues, reconocer con amplitud y agradecimiento a los militares que firmaron esos documentos y que crearon al nuestro actual Ejército Constitucionalista. Ellos, en su firma, dejaron plasmada su lealtad a su país, a las instituciones que son nuestras Constituciones Políticas mencionadas.
Defendieron nuestra nacionalidad integrada por la historia de la que ellos fueron parte, de nuestras costumbres, nuestra religión, nuestro idioma, nuestro folklore, nuestra cultura.
El patriotismo del Ejército Mexicano y su lealtad se apoyan en su propia historia de años y defensa de la libertad, de fortalecimiento en nuestro mundo jurídico, esto no es alabanza (tengo mi cartilla militar en orden), hay que leer los documentos que firmaron los militares, los momentos y tiempos drásticos y difíciles que se vivían.
Ellos, por el bien de México y los mexicanos, “entraron a firmar” el contenido del Plan de Ayutla y el Plan de Guadalupe.
Con ello nos hicieron ver que México no es un mito: es una historia pletórica de esperanza; y que va creciendo por los caminos del esfuerzo pero con sentido solidario.
La solidaridad y nuestro futuro requieren el conocimiento de nuestra historia, de nuestras instituciones y de quienes las forjaron.
El camino por recorrer es muy largo y complicado.
“Esos que no tengan miedo, que pasen a firmar”.
Cuando la patria nos llama hay que dejar los miedos. Así, en Puebla (Ayoxuxtla) se elaboró el denominado Plan de Ayala de contenido agrario; cuando se iba a firmar (en Ayala-Morelos), Emiliano Zapata pronunció esa frase, que implica servir a la patria sobre todo en momentos difíciles nacionales o internacionales con lealtad y sin miedo, como lo hicieron los militares que dieron origen con sus firmas a la Constitución de 1857 y a la de 1917.