Rubén Salazar / Director de Etellekt
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El gobierno federal se mantiene firme en dar por terminada la Jornada Nacional de Sana Distancia el 1 de junio, sin que la curva de contagios y decesos por coronavirus haya sido aplanada, aunque esto no significa “que se acabó la Jornada Nacional de Sana Distancia” en toda la República, según el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
Se trata de una reapertura escalonada de los 2 mil 466 municipios del país, con base en su semáforo de riesgo epidemiológico, cuyos niveles (bajo, medio, alto y máximo) variarán en función del aumento, estabilidad o disminución de cuatro indicadores: ocupación hospitalaria, tendencia de hospitalización, tendencia de síndrome COVID-19 e índice de positividad.
La decisión de reanudar las actividades económicas y sociales con base en dicha semaforización pasará de la Federación a los 32 gobernadores. La medida parece sensata, pues son los gobiernos estatales los primeros en tener el pulso de los casos y, sobre todo, de las defunciones por COVID-19, incluyendo la “mortalidad oculta”, relacionada con fallecimientos registrados como neumonías atípicas o probable coronavirus.
Aunque la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, respaldaba la idea de un semáforo federal, para evitar problemas de coordinación, al final el titular del Ejecutivo federal mostró su disposición al diálogo sobre la operación compartida de los semáforos con los gobiernos estatales.
Los problemas de coordinación a los que alude Sánchez Cordero se hicieron visibles con el decreto expedido por el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, para impedir la reactivación de la industria de la construcción, la minería y la fabricación de equipo de transporte, por el riesgo de un rebrote de la enfermedad, contraviniendo la autorización federal para que estos sectores sean considerados esenciales y comiencen a trabajar a partir del 1 de junio.
No deben perderse de vista otros riesgos subyacentes sobre la coordinación alcanzada entre Federación, estados y municipios para administrar la medición de la crisis sanitaria y el inicio de la llamada “nueva normalidad”, entre los que destaco:
1. Podría sospecharse que AMLO busca transferir a los gobernadores los costos políticos asociados con una mala gestión de la epidemia. Si los mandatarios estatales optan por levantar el confinamiento precipitadamente, sin estabilizar la transmisión viral, provocarían nuevos brotes y un aumento de la mortalidad.Por el contrario, extender la cuarentena, debido a la nula contención del patógeno, aceleraría el cierre de empresas y el desempleo.
Ambas opciones son impopulares y pueden derrumbar los niveles de aceptación de los gobernantes que las impulsen, así como incrementar los niveles de conflictividad social y política. De acuerdo con una encuesta realizada por El Financiero, la percepción de la pérdida del control de la emergencia sanitaria de parte del gobierno aumentó entre el 18 de abril y el 23 de mayo, al pasar de 39 a 52% de la población encuestada.
2. La coexistencia de «municipios de la esperanza» con «municipios sin esperanza» motivaría flujos migratorios internos de los primeros hacia los segundos, de personas en búsqueda de opciones laborales. Produciría una interminable diseminación de la enfermedad, sobre todo, ante la falta de humanismo del gobierno federal para asignar un salario universal anticrisis, a las personas que hayan perdido su empleo por la pandemia. El papa Francisco (citado por López Obrador en sus mañaneras), así lo ha “reclamado” a los gobiernos del mundo.
3. Los gobernadores y alcaldes tendrán que lidiar con el andariego presidente Andrés Manuel López Obrador, empecinado en reanudar sus giras incluso cuando ni siquiera se ha tomado la molestia de visitar a los enfermos en los hospitales. Mientras que el secretario de Salud de Veracruz pedía no visitar Coatzacoalcos por su alto nivel de contagio, López Obrador anunciaba su visita a esa ciudad, el próximo viernes 5 de junio.
La terquedad de AMLO puede generar una falsa percepción de normalidad en la gente y provocar el relajamiento de la sana distancia en municipios con semáforo en naranja o rojo.
“Si salimos demasiado pronto va a haber un rebrote”, reiteraba el doctor López-Gatell en su conferencia nocturna del jueves 28 de mayo. Al mismo tiempo, la UNAM informaba que el pico máximo de la curva de contagios por COVID-19 se producirá alrededor del 27 de junio.
Esperemos que el presidente de la República atienda ambos consejos, de otra forma deberemos prepararnos no para convivir, sino conmorir con el virus.