Por: Rocío García Olmedo/ @rgolmedo / [email protected]/ [email protected]/ rociogarciaolmedo.blogspot.mx/ Palabra de Mujer Atlixco/ rociogarciaolmedo.com
Palabra de Mujer
Llegamos al día en que se festeja a las mamás, en el segundo año de pandemia, y el recuento no favorece a las mujeres-madres. Un fracaso más del gobierno se suma. Durante este periodo, en México, el coronavirus se convirtió en la principal causa de muerte materna.
En datos del Observatorio de Mortalidad Materna las defunciones maternas se elevaron 34% en 2020, respecto del año previo, de 695 pasaron a 934. En enero fue confirmado, por el director general de Epidemiología de la Secretaría de Salud, que 10 mil 504 mujeres embarazadas habían dado positivo en 2020 y para abril de este año 338 mujeres embarazadas murieron por COVID-19 y 439 se encuentran internadas, graves por esta enfermedad.
El impacto de la pandemia ha traído, además, problemáticas serias en la salud de las mujeres-madres, cuyas consecuencias veremos a corto y mediano plazo. La reconversión de hospitales para atender la crisis sanitaria ha afectado los estudios de mamografías y papanicolaou, una caída muy importante en exámenes indispensables para la prevención del cáncer de mama y cervico-uterino, enfermedades ya de por sí prioritarias, al ocupar los primeros lugares como causas de muerte por neoplasias malignas en mujeres.
La atención de otras enfermedades, y qué decir de las terminales, fue casi anulada; la falta de medicamentos sigue siendo una constante en el servicio de salud pública del país y del estado, lo cual incide directa e indirectamente en las mujeres-madres. Hoy, muchas aún en espera que les sea aplicada la vacuna y son las más expuestas a contraer la enfermedad. Los embarazos en edades tempranas son especialmente graves.
El Consejo Nacional de Población (Conapo) estima que hay mil nacimientos al día de mujeres menores de 19 años. madres-niñas, que abre sin duda una brecha enorme en el desarrollo de las mujeres y sus repercusiones pronto las sentiremos.
Las diversas violencias que se ejercen al interior de las familias –como sabemos– se incrementó en este periodo de pandemia de forma exponencial y las afectadas son las mujeres-madres, víctimas de agresiones psicológicas, económicas y sexuales, quienes pasan la contingencia con sus agresores. No hubo programas de prevención ni de atención oportunos.
A lo anterior debemos agregar los impactos diferenciados que se presentan en materia de las tareas de cuidados, que se han incrementado para las mujeres-madres, convertidas también en profesoras –sin serlo–, ayudando a sus hijos e hijas, muchas veces sin conocimientos y sin los medios tecnológicos, en las labores educativas; pese a ello, se habla que 2.5 millones de niñas y adolescentes en el país han dejado la escuela.
Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) reporta que la mayoría de mujeres que son madres han cargado con el mayor impacto económico de la pandemia. La pérdida de empleos formales las ha afectado en mayor medida y han tenido que sumarse al, de por sí, altísimo porcentaje de trabajos informales, que sin ninguna prestación agudiza la brecha de género en el empleo.
Por si fuera poco, ¿cuántas mujeres-madres hoy lloran la pérdida de la vida sus hijos e hijas por la COVID-19? Pero también por los asesinatos en manos de la delincuencia organizada o por la violencia feminicida o la desaparición de alguno de sus hijos o sus hijas y están en la calle buscándolos. Por la falsa austeridad del gobierno federal, por falta de mantenimiento, por la negligencia y por la corrupción se ha provocado el terrible accidente de la Línea 12 del Metro, en Ciudad de México –la semana anterior–, y con ello la muerte de hijos e hijas.
El gobierno ha demostrado su fracaso y he evidenciado su ineptitud, incompetencia e incapacidad para ejercer sus funciones. A un gran número de mujeres-madres les ha fallado. Ha ignorado no sólo su dolor, las ha abandonado. No hay políticas públicas para ayudarlas. Muchas de las que había implementadas han desaparecido o han sido desmantelados.
La feminización de la miseria se hace presente por el incremento de la pobreza extrema durante este periodo. Precisamente esta pobreza en las mujeres y en las niñas implica una más alta vulnerabilidad a la explotación sexual, la trata de personas y les será más difícil salir de relaciones violentas. Los fracasos del gobierno se van acumulando.
Ya no hay confianza. Sólo se miran atropellos, retrocesos, contradicciones y desorden. Está llegando el momento.