Fernando Thompson de la Rosa
Israel desde hace muchos años controlaba a Palestina.
Además de la economía y remesas, las telecomunicaciones, dispositivos e internet.
Literalmente: en esa región, a diferencia de México, hay 2G. Es decir, el tipo de comunicaciones que aquí teníamos entre el 2000 y el 2001.
La gente se abrió camino y, para no quedar estrangulada, empezó a usar bitcoin porque en medios normales les quitaban más del 50% de lo que recibían, entre comisiones y demás.
Es muy difícil hacer negocios en Palestina siendo palestino. Siendo mujer en la región que controla Hamás es aún más difícil y aterrador; aun así, hay iniciativas como Women in Technology.
Hace no muchos años se detectó un ciberataque que derivó en aumento de la cantidad de cloro vertida en la mezcla del suministro de agua potable para la población.
El hackeo buscaba el envenenamiento de la población. Afortunadamente, fue detectado y resuelto.
Antes del fatídico domingo pasado, Microsoft notificó que un grupo con sede en Gaza estaba vinculado con una serie de ataques cibernéticos dirigidos a organizaciones israelíes de energía, defensa y telecomunicaciones del sector privado.
Esos ataques también tenían como blanco a Fatah, el gobierno de palestinos. Como lo leyó: Hamás contra gobernantes palestinos que están en Cisjordania.
Microsoft denunció el ataque “Tormenta 1133”, como un conjunto de operaciones hacktivistas maliciosas, de un grupo que se denomina Fantasmas de Palestina.
Acorde al diario Hacker News, dicho grupo buscaba tumbar los portales de internet de páginas web gubernamentales y sistemas de tecnología en Israel, países y organizaciones simpatizantes con la nación judía.
Es un hecho que hay actores provenientes de Irán y Corea del Norte que cada vez se vuelven más sofisticados en sus ataques a Estados Unidos y sus aliados, incluyendo a Israel.
Aunque nadie está libre de culpa en esta ciberguerra, porque se presume que estadounidenses e israelíes crearon el primer ataque de la clase Ransomware, que literalmente apagaba la infraestructura de la marca Siemens, que era precisamente la que Irán utilizaba en su desarrollo de uranio enriquecido, material que se requiere para una bomba atómica.
Por medio del espionaje se sabe de la intención de desarrollarla y arrojarla contra Israel, aunado a los conflictos existentes con Rusia y China, es probable que ahora algunos actores en Medio Oriente empiecen a generar más ataques por la escalada del conflicto.
La fisonomía específica de “Tormenta 1133” consistió en un ataque de ingeniería social.
Esto significa que fue hecho sin mucha tecnología pero con mucho ingenio, porque se crearon perfiles falsos en la red social de LinkedIn, utilizada por profesionales y expertos y que es propiedad de Microsoft.
En el ataque buscaron hacerse pasar por desarrolladores de software israelíes para contactar gente clave y enviar mensajes de phishing.
Lo que hicieron fue estar buscando engañar con textos aparentemente legítimos y a partir de los mismos descargar malware y generar “puertas traseras” en servidores y redes de Israel de infraestructura mencionada al inicio del artículo.
Es un hecho que la tecnología desafortunadamente juega un papel clave en la guerra, porque puede ser utilizada para acabar con enfermedades o terminar con el crimen.
En resumen, puede ayudar a acabar con muchos males que aquejan a la humanidad o funcionar al contrario, todo depende de las intenciones de quien está detrás, porque la tecnología tal cual siempre es neutral hasta el día de hoy.